Aire para vivir

Los ritmos de los DJ atronan desde los altavoces y alrededor hay instalados bares y food trucks. En la estación de tren restaurada de Świebodzki comienza un evento fuera de serie. El centro en atención es una vía férrea en desuso convertida en una especie de pasarela de modelos inusuales, como el Porsche 911 Carrera RS 2.7 y el 959, o coches de carreras como el 935. Hay cadenas de luces colgando a modo de guirnaldas y la atmósfera recuerda a un festival de música o de arte. Sin embargo, los protagonistas no son grupos musicales, sino unos 200 deportivos Porsche refrigerados por aire de propiedad privada y seis ejemplares que aporta el Museo Porsche de Stuttgart-Zuffenhausen. Han encontrado su hogar en Breslavia durante dos días. Tras sus paradas en Europa Occidental, en Múnich y Oxfordshire, en 2018, Luftgekühlt llega ahora por primera vez a Europa del Este, un hito esperado con impaciencia por la comunidad Porsche de Polonia y los países vecinos.

Algo alejado del bullicio, Tadeusz Elwart está apoyado en su Porsche 911 SC Targa (serie G) del año 1981, de color platino metalizado. Lleva tatuadas las palabras «Key on the Left» en la muñeca izquierda, justo donde mejor se siente el pulso. ¿Casualidad? Ni mucho menos: el tatuaje de Elwart, de 37 años, representa una conexión invisible entre todas las personas congregadas aquí, unidas por la fascinación por los Porsche de la era refrigerada por aire. En este evento, lo principal no es la originalidad de los modelos clásicos, sino su individualidad. Muchos de los vehículos expuestos están modificados según las expectativas de sus dueños, con diseños llenos de fantasía, llantas llamativas o motores tuneados. «Aquí es todo muy distendido», afirma Elwart, que vive en un camping de surf en la península de Hel, en la costa polaca. «Todos están sonrientes y se ayudan mutuamente».

El paralelismo entre el ambiente de Luftgekühlt y el de los surfistas es grande. Gustaw Lange, amigo de Elwart, opina: «Cuando descubres una pasión, eso tiene un valor incalculable e, igual que nos une el surf y hace de nosotros una gran comunidad, aquí también estamos todos muy unidos». Ambos han fusionado su pasión por Porsche y por el surf en un proyecto conjunto. Elwart organiza el festival polaco de surf, skate y cultura automovilística «Hel Riders» y posee, además de su 911 refrigerado por aire, un 928 refrigerado por agua que remodeló según sus preferencias. Ha bautizado el proyecto como «Surfari», una iniciativa que diseñó hace ya mucho tiempo. Mientras ambos muestran con orgullo fotos del coche, Patrick Long llega con su Porsche eBike entre los modelos de cuatro ruedas. Long proviene del sur de California y es un apasionado surfista. Su padre ya surcaba las olas sobre la tabla y su hermano es skateboarder profesional. Actualmente tiene 43 años y, tras un largo recorrido como piloto oficial de Porsche, ahora alterna entre mundos diferentes. Por un lado, mantenía una unión clásica con la marca y su historia como piloto de carreras y, por otra parte, se reunía los fines de semana en California con sus amigos arquitectos o cineastas.

Quería combinar ambas facetas, y por eso desarrolló con sus colegas Jeff Zwart y Howie Idelson la idea de Luftgekühlt. «Queríamos crear algo que entusiasmara a la gente que nunca había tenido nada que ver con este ambiente», explica Long, «pero que también supusiera un nuevo impulso para los que llevan Porsche en las venas y viven a fondo cada faceta de la marca». Comenta que la tradición de la empresa no solo permite establecer una conexión con el pasado, sino «servir también como puerta hacia el futuro». Añade que es posible que alguno de los visitantes de Luftgekühlt se compre en el futuro un nuevo modelo Porsche. En el encuentro, lo importante no es quién puede ofrecer el equipamiento especial más exclusivo o el ejemplar más raro. Aquí hay aparcado también un 914 con el color algo apagado por el sol californiano junto a un 911 Carrera RS (964) rojo rubí impoluto del Museo Porsche. «Cuando escogemos los coches nosotros mismos, lo importante no son nunca las frías cifras», explica Long, «sino lo que sientes cuando los ves».

¿Pero por qué precisamente en Polonia? Mateusz Klawiter, que organizó el evento junto con el equipo de Porsche Polonia, tenía el mismo sueño que Long, solo que en polaco. Con su antigua bicicleta es, junto a los coches, el motivo más popular para las fotos en el amplio recinto. Este gerente de una agencia de comunicación de Poznan, de 39 años, invirtió todos sus ahorros en un 911 original apenas cumplida la veintena. Ahora ya tiene varios Porsche clásicos. Klawiter se puso en contacto con Long para llevarse Luftgekühlt a su país natal. Desafortunadamente se interpuso la pandemia del coronavirus, así que tuvo que esperar tres años para que el sueño se hiciera realidad. «Siempre quise formar parte de la familia Porsche», afirma entusiasmado Klawiter, «y ahora hemos reunido aquí a 3500 personas. ¡No queda ni una plaza libre! Se me pone la piel de gallina».

A Long le sedujo la idea precisamente porque Breslavia, al sudoeste de Polonia, no es necesariamente la primera ciudad que se le ocurre a uno para un evento así, especialmente la estación de tren elegantemente restaurada. «No queríamos un circuito o un campo de golf; nos encantan los lugares con potencial», explica. Su amigo Jeff Zwart, director creativo de Luftgekühlt, añade: «Es divertido adentrarse en un nuevo ambiente, una nueva cultura, un nuevo país. Tenemos buena música, buena comida y vehículos con trascendencia histórica: todas esas cosas unen a las personas».

Maciej Kukieła, de 45 años, habría cruzado supuestamente toda Polonia solo para estar presente con su 911 (964) del año 1990, un vehículo con diseño Blaupunkt de la Carrera Cup. Pocos minutos antes de que empiece el evento, sigue buscando con el paño hasta la última mota de polvo. Por principio, no conduce cuando llueve. «Es una obsesión», afirma este propietario de una empresa de muebles. En el Museo Porsche de Stuttgart vio por primera vez el diseño del 911 de la Copa y, en un evento, aprovechó la ocasión para medir con la regla hasta el último milímetro del look. El vinilado quedó listo solo dos días antes del encuentro Luftgekühlt. Kukieła es consciente de que se ha empapado a fondo del mito Porsche para que se le ocurran esas ideas y llevarlas a la práctica con ese entusiasmo.

«Todos tenemos una forma muy especial para nuestro corazón», afirma una mujer con traje de pantalón vaquero blanco señalando al escudo Porsche en el capó de un 911 (964). Joanna Grausch ha venido con su marido, Krzysztof. Llevan 35 años casados y han peregrinado ya a eventos de Luftgekühlt y a la Rennsport Reunion en EE. UU. En casa, desde la mesa del desayuno pueden ver directamente el garaje acristalado. En él hay, entre otros coches, un 911 S 2.4 (original) color limón, un 911 (964) decorado con look Outlaw y un 911 (serie G) blanco que los visitantes de Luftgekühlt están puliendo a modo de proyecto artístico sobre el metal desnudo. A continuación, se aplicará barniz transparente al vehículo y se remodelará para obtener una variante de Safari, es decir, que está surgiendo otro vehículo único refrigerado por aire.

Los Grausch son el mejor ejemplo de que aquí nadie se puede encasillar. Joanna, a la que sus amigas conocen como «Monica Bellucci» por su parecido con la actriz italiana, lleva un elegante pañuelo al cuello y conduce un 911 Carrera 4 GTS (991) del programa Paint-to-Sample, en rojo superior metalizado. Por su parte, con su media melena y su camiseta, Krzysztof podría ser el líder de una banda de rock. Tan diferentes como parecen ambos a primera vista son también las personas que se reúnen aquí bajo el paraguas de la marca Porsche. Joanna hace el resumen perfecto: «Sencillamente, aquí hay aire de sobra para todos».