La detective de coches clásicos

Laura Kukuk se apoya despreocupadamente en el portón del garaje. Al lado está aparcado el Porsche 911 (964) familiar. Su camisa naranja es el contraste perfecto con la pintura verde Amazonas metalizada. A Kukuk le gusta el colorido y le encantan los contrastes. Y no quiere que la encasillen, aunque eso ocurre a menudo en su trabajo cotidiano como mujer joven en una industria técnica.

Alterna constantemente entre tradición y modernidad. Laura Kukuk es una especialista en coches clásicos muy solicitada internacionalmente. Junto con su padre, esta joven de 30 años dirige la oficina de ingeniería Kukuk en Overath, a unos 30 kilómetros al este de Colonia. Es un negocio global. Hoy Milán, mañana Londres, pasado mañana Nueva York. Muchos viajes para determinar la originalidad de un vehículo o el valor de una rareza. «Detrás de cada coche hay personas especiales con sus historias. Esa es la fascinación que me mueve», afirma Kukuk.

Una de esas historias es la de un Porsche 934 Turbo RSR amarillo chillón de 1976 que en su día compitió en Le Mans. Tenía que examinar el coche de carreras para un posible comprador en el sur de Inglaterra. El cliente quería ir con ella en jet privado, pero Kukuk tomó el vuelo regular. La independencia es importante para ella. El cliente llevó a la cita a su mujer y a sus hijos. «Lo primero que hicimos fue arrancar el motor y a todos se les puso la piel de gallina. Fue muy agradable sentir ese entusiasmo de toda la familia», recuerda. «Cuando me metí debajo del coche y vi las marcas de arrastre, se reprodujo inmediatamente ante mis ojos una película de cómo tocaba los bordillos en Le Mans aquel coche de carreras».

El Porsche 911 la acompaña en su trabajo... y en su historia familiar. Su padre soltero llevaba habitualmente a Laura y a su hermano de vacaciones a esquiar en un 911 original de 1966, de color beis Sáhara. «Asocio el 911 con mi infancia», explica Kukuk. Para ella, los coches antiguos son coches cotidianos. Por entonces, los niños ayudaban con las reparaciones cuando algo se averiaba. Más tarde, el 911 original se cambió por el 964 en un raro tono verde que sigue siendo el coche familiar hoy en día.

Kukuk se sube y gira la llave de contacto. Desde el puerto de Rheinauhafen, en Colonia, son 40 kilómetros a través del Condado del Monte de vuelta a la oficina en Overath. El camino está marcado por colinas onduladas, curvas cerradas y amapolas silvestres a ambos lados, así como de prados y posadas con nombres idílicos como «Auf dem Berge» («En la montaña»). En Overath, la oficina no pasa desapercibida. Una furgoneta triciclo naranja frente a la puerta sirve de logotipo y señalización de la empresa.

Dentro, los peritajes se agolpan como libros en las estanterías. Reconstruir la historia de un coche, comprobar su autenticidad y analizar el mercado son tareas detectivescas. «A veces me siento como Sherlock Holmes», bromea Kukuk. Aunque conoció pronto de cerca el trabajo de su padre, al principio mantuvo las distancias. «En la adolescencia era bastante reacia. Fui a una escuela de idiomas y dibujo en Florencia», comenta. La creatividad sigue siendo una parte importante de su vida. A menudo se reúne con amigos en exposiciones de arte. O ella misma desenfunda el caballete y da rienda suelta a sus sentimientos sobre el papel. A veces, sin embargo, prefiere moverse en su monopatín o hacer esquí acuático en el Rin.

«Detrás de cada coche hay personas especiales con sus historias».

Laura KUKUK

Por otro lado, siempre sintió curiosidad por la técnica. Incluso antes de acabar el bachillerato hizo prácticas con un tuneador autónomo de Porsche y en la escudería Porsche Kremer Racing. Después no estudió diseño de automóviles, como estaba previsto en principio, sino ingeniería mecánica y tecnología del automóvil. Kukuk: «Tenía dudas de si lo conseguiría, pero me dije: si realmente se me da bien, voy a ir hasta el final».

Y vaya si lo hizo. Eso incluyó unas prácticas en McLaren Automotive y un año como ingeniera de desarrollo en Woking (Inglaterra). Tras graduarse, se unió a la empresa familiar. «Me atraía explorar la historia y el alma de los coches clásicos en lugar de crear algo más anónimo como ingeniera», dice.

Siguiente cita. Laura Kukuk carga su equipo en el 964 y se dirige a los salones de un especialista de Porsche en la cercana localidad de Bergisch Gladbach, donde debe peritar un 911 «Belgian Legend Edition» (992) actual. Este modelo especial limitado a 75 unidades y basado en el 911 Carrera 4S es un homenaje a la leyenda del automovilismo Jacky Ickx. «Me parece fascinante que el lenguaje de diseño del 911 no haya cambiado hasta nuestros días. Siempre se reconoce un Porsche, hasta a ciegas».

En sus tasaciones emplea métodos científicos para obtener los datos más objetivos posibles. Su padre y ella son conocidos por ello en todo el mundo. «Entendemos el propio vehículo como fuente de información y no solo lo que sale en los periódicos», afirma. Entre sus recursos se incluyen el escaneado en 3D, la medición del grosor de las capas de pintura, los ultrasonidos y la espectroscopia para el análisis de materiales y la datación. A esto se suman los conocimientos históricos, la meticulosidad y la artesanía. «En un Porsche 911 Carrera RS 2.7, la chapa tiene un grosor de 0,88 mm. Sin embargo, en una construcción ligera de este derivado son solo 0,8 mm. En una evaluación hay que determinar científicamente esta diferencia de 0,08 milímetros, pequeña pero decisiva».

A pesar de su enorme competencia y experiencia, los análisis de Kukuk no siempre son bien recibidos. «Soy joven, mujer, rubia y a veces también traigo malas noticias. Algunas personas no lo llevan bien, exactamente en ese orden», se ríe. Los más escépticos terminan por dar el brazo a torcer al enterarse de que es profesora de restauración de vehículos en la Universidad Técnica de Colonia.

Como actividad paralela, Laura Kukuk es una de las pocas juezas del Concorso d'Eleganza Villa d'Este en Italia. Hasta ahora, las mujeres solo habían desempeñado un papel secundario en este exclusivo círculo en el lago Como dedicado a los clásicos más valiosos, pero eso está cambiando. Y Laura Kukuk está en su salsa, porque se siente como pez en el agua cuando empieza a hablar de todos los casos especiales que ha visto como tasadora de coches clásicos. Va saltando de un detalle a otro y se deja llevar a un largo monólogo lleno de términos que solo entienden los expertos. Se nota que le encanta lo que hace.