Ginebra, 1949:

La aventurera

Aviadora deportiva, investigadora de África... Además de eso, Jolantha Tschudi se convirtió en 1948 en la primera clienta de la aún joven marca de deportivos Porsche. El espíritu pionero y el coraje de la suiza nos han inspirado hasta hoy.

   

Pionera:

Pionera:

el entusiasmo por lo nuevo y lo desconocido impulsó a la apasionada aviadora Jolantha Tschudi toda una vida. Así, con su 356/2 Cabriolet, se convirtió en 1948 también en la primera clienta de Porsche del mundo.

«Estoy totalmente sola con mi pájaro. Él me obedece y me hace surcar el aire. Una tontería podría costarme la vida. Pero esto es precisamente lo que me estimula y me da esta sensación de orgullo y libertad». Jolantha Tschudi acababa de cumplir 18 años cuando constató en su diario la experiencia abrumadora del primer vuelo en solitario. Su padre despertó esa pasión por el vuelo sin motor trece años antes, cuando ella solo tenía cinco. «Tenía la cara iluminada y en las curvas pronunciadas chillaba de disfrute», comentó Jacques Tschudi de esta experiencia iniciática de su hija pequeña sobre los Alpes suizos.

Así quedó predestinada la vida de Jolantha como aventurera. «No conocía el miedo», cuenta su hijo Christian Neukom, «le encantaba entrar en terreno desconocido». Eso ocurrió cuando acudió a la escuela de planeo tras acabar el bachillerato en 1944 en Belp, cerca de Berna. En aquella época, la aviación era un ámbito casi íntegramente masculino.


La joven de 18 años no tenía ningún miedo, pero sí sentía el peso de la responsabilidad: «Si renuncio, ¿tendrán que cargar con esa renuncia mi sucesoras?». No había peligro, porque ella superaba todos los obstáculos. Fue el inicio de una apasionante carrera como aviadora que llevaría a Tschudi a vivir grandes aventuras en África.

Pero no solo fue una pionera en el aire. Jolantha Tschudi también estaba abierta a lo nuevo en tierra firme. En 1948 oyó hablar por primera vez de un nuevo deportivo llamado Porsche. Se entusiasmó de inmediato. «Para ella, conducir coches y volar era sinónimo de libertad y aventura», recuerda Christian Neukom. Con el Porsche 356, elegante y en aquella época tremendamente moderno, pudo hacer realidad ese sueño.

Tras el Salón de Ginebra, el 356 se convirtió rápido en un objeto de deseo.

En junio de 1948, el primer vehículo que llevaba el nombre de Porsche recibió el permiso general de circulación en Gmünd (Austria). Con el 356 «No.1» Roadster, Ferry Porsche cumplió un sueño: el de su propio deportivo. Un valiente proyecto en aquellos años difíciles a finales de la década de 1940. Porsche encontró sus primeros interesados en Suiza que, como país neutral, no había sufrido excesivamente la catástrofe económica y humanitaria de la Segunda Guerra Mundial.

El hotelero y comerciante de coches zuriqués Bernhard Blank poseía en el invierno de 1948 dos de los primeros Porsches jamás fabricados: un 356/2 Coupé que expuso en el parterre de su hotel y un 356/2 Cabriolet con carrocería de los hermanos Beutler. Le vendió este último a Jolantha Tschudi, con lo que la joven se convirtió en la primera clienta de Porsche en el mundo. Blank le hizo una petición a la propietaria antes de entregarle el descapotable: primero se debía exponer en marzo de 1949 en el Salón de Ginebra junto con el 356/2 Coupé. La primera presencia ferial de la marca fue un enorme éxito, para entusiasmo de la prensa especializada, y el Porsche 356 se convirtió pronto en objeto de deseo entre los entusiastas europeos del motor.

Ginebra, 1949:

Ginebra, 1949:

el 356 de Tschudi junto al 356/2 Coupé y a Heinrich Kunz, Hans Orsini (ambos empleados de Blank), Ferry Porsche, Bernhard Blank, la hermana de Ferry, Louise Piëch, y Ernst Schoch, secretario privado de Blank (de izq. a dcha.).

Jolantha Tschudi pierde a sus padres muy joven. Su padre, fundador del concesionario de automóviles AMAG de Zúrich, muere en 1944. Jolantha prácticamente no recordaba nada de su madre biológica. Falleció cuando ella solo tenía tres años. «Aprendió pronto a imponer su voluntad», recuerda su hijo Christian Neukom, «y no dejaba que nadie la detuviera».

Estudió etnología en Neuchâtel, y en diciembre de 1946 emprendió por primera vez el primero de sus largos viajes de estudios a África con el conservador del Museo Etnográfico de esa ciudad y un amigo piloto. En este caso no con un planeador, sino con un Stinson de un motor. Esa aventura fue muy especial. «Recorrieron en total 13 000 kilómetros», relata Neukom, «e hicieron nada menos que seis aterrizajes de emergencia». El motivo fue la gasolina sucia, que atascaba el carburador. «Todas las veces tuvieron que esforzarse al máximo para bajar rápido y reparar el motor». Así, junto con la directora del Museo Rietberg de Zúrich, visitó a los pueblos africanos, que en aquella época aún eran desconocidos en Europa.

Eso no le impidió a Tschudi volar una y otra vez a África en los años siguientes. En su columna «Cartas desde la selva» presentaba habitualmente sus impresiones del mundo remoto a los lectores del Neue Zürcher Zeitung. «Mi madre», continúa Christian Neukom, «fue probablemente la primera europea que pasó un tiempo considerable con los tuaregs del Sahel». Publicó un trabajo científico de referencia sobre las pinturas rupestres prehistóricas en la cordillera Tassili n’Ajjer del Sáhara.

Mujer de familia:

Mujer de familia:

«Volar», dijo una vez Jolantha Tschudi, «es el deporte más bonito». Sin embargo, dejó de lado su pasión para cuidar a sus hijos Yves y Christian.

Jolantha Tschudi también sentía fascinación por la caza, otro ámbito masculino, y además tocaba el violonchelo en una orquesta de cámara. Sin embargo, nunca dejó de lado su gran pasión, el vuelo sin motor. Ostentó diversos récords de altura y distancia y fue miembro de la selección nacional suiza de la especialidad. Usaba el 356/2 Cabriolet con matrícula ZH 44035 para hacer largas rutas hasta los diversos centros de vuelo sin motor en los Alpes. No obstante, la alegría solo duró hasta que en el paso de Julier, en el cantón de los Grisones, tuvo un accidente con un bordillo que dañó gravemente el coche. Entonces se lo vendió a su hermano.

Tras la boda con Louis Neukom y el nacimiento de sus dos hijos, renunció a su adorada aviación. «Eso le resultó muy doloroso», afirma Christian Neukom, «pero creía que la sensación de responsabilidad por mi hermano Yves y por mí era mayor que la nostalgia de volar». También abandonó por la familia sus viajes de investigación, y a partir de entonces cultivó su pasión por la caza y se dedicó a estudios grafológicos. Jolantha Tschudi falleció en 2011 a los 86 años.

Una vida excepcional. Y una retrospectiva a una época en la que se inició lahistoria de éxito de la casa Porsche y en la que la primera clienta encontró un espíritu afín.

Thomas Ammann
Thomas Ammann
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