963, go!

Cualquiera que recorra Mooresville se sentirá como en unos boxes sobredimensionados. En esta ciudad de 50 000 habitantes de Carolina del Norte (EE. UU.) se concentran los talleres de las grandes escuderías norteamericanas. Una de las más famosas tiene carretera propia: en la 200 Penske Way se preparan los dos Porsches 963 para competir en el WeatherTech SportsCar Championship de la IMSA (International Motor Sports Association). En la escudería Penske se encuentran en la mejor compañía, ya que comparten domicilio con decenas de coches de carreras de NASCAR e IndyCar. 

En el año 2004, Roger Penske empezó a reunir aquí todos sus programas de carreras en un recinto de 42 hectáreas. Es el propietario de la serie IndyCar, la fórmula de máxima categoría de Norteamérica, y del famoso Indianapolis Speedway. El automovilismo es la gran pasión de este empresario de 85 años y al mismo tiempo solo una pequeña parte de su imperio. La Penske Corporation factura más de 37 000 millones de dólares al año en 3200 sedes y cuenta con 67 000 empleados. El segmento del transporte abarca más de 400 000 camiones que circulan por cuatro continentes.

Como no podía ser de otra manera, la única ciudad hermanada con Mooresville es Hockenheim, cuna alemana del automovilismo. De hecho, la sede de Penske en Alemania está cerca de su circuito de Fórmula 1. En Mannheim está uno de los 20 centros Penske Porsche del mundo y, desde hace poco, también el segundo equipo oficial de LMDh. Para ello, Roger Penske ha invertido en una costosa construcción y en modernas instalaciones. Porsche asume los costes de todo el equipamiento móvil y del equipo. 45 expertos preparan aquí dos Porsches 963 para las carreras del Campeonato Mundial de Resistencia, el WEC (FIA World Endurance Championship). El equipo Porsche Penske Motorsport cuenta en Mooresville con idéntico número de empleados para las carreras de la IMSA.

«El espíritu pionero de Porsche es inigualable».

Urs Kuratle

Un equipo directivo de cuatro miembros se encarga de que ambas sedes estén lo más sincronizadas posible. Por parte de Porsche Motorsport, Urs Kuratle es el responsable general de LMDh como director oficial de automovilismo. Jonathan Diuguid ejerce como Managing Director de Porsche Penske Motorsport, Travis Law es el Competition Director para las dos sedes y Christian Eifrig trabaja como jefe técnico de proyectos. Por debajo de este cuarteto, Mooresville y Mannheim cuentan con estructuras paralelas, cada una con un director de equipo y un mecánico jefe, además de dos jefes de coche respectivamente, ingenieros de carreras y mecánicos. En el centro de desarrollo de Porsche en Weissach se reúnen todos los hilos de la red y desde allí se vuelve a distribuir la información.

«Un cuarteto como comité superior es una estructura muy optimizada», confirma Kuratle, «y por eso las tareas de cada uno de nosotros son muy intensas». El suizo llegó a Weissach en 2013 procedente de la Fórmula 1 para incorporarse al programa de resistencia, en aquel momento con el exitoso Porsche 919 Hybrid. «Entre los cuatro hemos delimitado claramente nuestras competencias, nos complementamos muy bien a nivel personal y orquestamos juntos todas las operaciones». Una potente línea de datos permite una perfecta comunicación intercontinental entre las sedes de Mooresville, Mannheim y Weissach. En las denominadas «Operation Rooms» se sientan en largas mesas ingenieros y responsables con sus auriculares y pantallas a ambos lados del Atlántico.

En este sentido, a Kuratle no solo le compete la responsabilidad integral y presupuestaria sobre el automovilismo de fábrica. A sus 55 años, es además responsable de una novedad: «Nunca antes se le había confiado a alguien ofrecer vehículos para clientes a un nivel técnico tan alto. Ni tampoco lo hace nadie que no seamos nosotros», subraya. «Es un compromiso extremadamente sólido de Porsche para con la nueva categoría reina del automovilismo de resistencia y no hay nada equiparable en la tradición ya existente de equipos de clientes». El 963 es un híbrido extremadamente complejo, y los clientes son equipos top internacionales capaces de dominar algo así. Empresas comerciales surgidas con directores técnicos, ingenieros y mecánicos, departamentos de patrocinio y marketing, pilotos punteros y simuladores propios. 

Un 963 cuesta unos 2,5 millones de euros, a lo que se suman entre ocho y diez millones de euros de costes operativos por temporada. Estas inversiones deben amortizarse, y la única divisa válida es el éxito. «Estos equipos luchan por victorias en la general tanto como los coches oficiales», explica Kuratle. «Ese es su objetivo, eso les deben a sus patrocinadores y nosotros queremos ayudarles a conseguirlo».

Confiar es bueno, pero comprender es aún mejor. «El que no profundiza a fondo en un negocio no puede llevarlo con éxito». Esa es la máxima de Roger Penske, también conocido como «el capitán». Otro de sus lemas es: «Lo más importante es preocuparte de tus empleados. Tienen que trabajar en un entorno donde puedan cometer errores para luego comentarlos y aprender juntos de ello». Y eso no son palabras huecas: cuando «el capitán» llega a boxes, conoce por el nombre a cada uno de sus empleados y se interesa por todo tipo de detalles. 

Después de comer un perrito caliente en la cantina, limpia la mesa y da las gracias en la cocina. Penske es una mente preclara también después de más de 30 horas sin dormir, 24 de ellas haciendo guardia en dos monitores de 60 pulgadas en los boxes de Le Mans, como ocurrió el pasado junio en la clásica de resistencia. Infatigable, guarda en su cabeza tiempos de promedio, evalúa paradas en boxes y motiva personalmente a sus pilotos por radio: «¡Hola, RP al habla, estás haciendo un gran trabajo!». En paralelo, sigue en el smartphone la actuación simultánea de sus vehículos en la serie NASCAR y en la IndyCar y analiza —por gusto— la clasificación y la carrera de Fórmula 1.

Cuando llega el momento de la entrega de premios en la tradicional carrera de 24 horas francesa, ya tiene resueltas todas sus preguntas. Detrás de la tribuna principal despega en uno de sus seis jets privados de largo recorrido rumbo a su siguiente reunión. El próximo junio aterrizará de nuevo en este aeródromo, porque aún falta un éxito en las vitrinas de este padre de cinco hijos: una victoria en la general de Le Mans con Porsche.