El virtuoso
Jan Vogler es uno de los violonchelistas más importantes de nuestro tiempo. Coincidiendo con el Festival de Música de Dresde, llevó al equipo de Christophorus a dar un paseo por su patria musical en su Taycan 4 Cross Turismo.
«Ningún otro instrumento establece una conexión tan estrecha entre el sonido y la expresión, la melancolía y la felicidad como el violonchelo».
Jan Vogler

Conexión íntima:
Jan Vogler y su violonchelo Stradivarius de 1707.Profunda concentración a última hora de la mañana. Con los ojos cerrados, Jan Vogler se acurruca contra su Stradivarius como si abrazara a un ser querido. Pocos instrumentos son tan íntimos como el violonchelo, cuyo timbre cálido se asemeja mucho a la voz humana. El escenario es la Semperoper de Dresde, uno de los teatros más famosos del mundo. En el marco del festival de música de este año, del que Vogler es director general, este domingo por la mañana suena el Concierto para violonchelo y orquesta de viento de Friedrich Gulda, un auténtico clásico que oscila con virtuosismo entre el jazz y la música clásica, la sinfonía y la música de viento. A sus 61 años, el maestro violonchelista Vogler acaricia con suavidad las cuerdas de su instrumento ligeramente amplificado para esta pieza en concreto, antes de volver a tocarlas con fuerza y a una velocidad vertiginosa, de modo que el público apenas puede creer lo que ven sus ojos. Sin duda, una pieza a la medida de un virtuoso de su talla. «Para mí», explica Vogler, «la música es importante sobre todo cuando llega a las personas y despierta emociones».
El día anterior, Vogler conduce su Taycan 4 Cross Turismo negro por la autopista entre Berlín y Dresde. Acaba de terminar un ensayo con el Berlin Philharmonic Brass Ensemble bajo la dirección de Anna Handler y ahora regresa a la ciudad que le ha marcado musicalmente. Tenemos 90 minutos para conversar sobre una carrera extraordinaria que trasciende con creces los límites de la música clásica. Vogler acelera de forma ostensible por un instante y pregunta: «¿Oye algo? Yo solo oigo silencio. ¡Maravilloso!». Al configurar el vehículo, renunció deliberadamente a la opción Porsche Electric Sport Sound. Afirma que, para él, conducir es también una cuestión de acústica.

Visita guiada con el Taycan Cross Turismo:
Jan Vogler nos muestra sus lugares favoritos en Dresde y alrededores.Jan Vogler defiende a capa y espada la movilidad eléctrica desde hace dos décadas. En su caso, un Porsche eléctrico es tan natural como el violonchelo Stradivarius amplificado en el concierto de Gulda. ¿Es posible que los melómanos puristas consideren esto reprochable? «Incluso los más puristas perciben cuando algo se hace con seriedad y convicción», responde Vogler, refiriéndose evidentemente tanto a la música como a la conducción. Vogler va a la mayoría de sus actuaciones en Alemania en su Taycan, que adquirió hace medio año y con el que ya ha recorrido 17 000 kilómetros entre concierto y concierto. Mientras recarga su deportivo eléctrico en una estación rápida de 300 kW, habla con entusiasmo de la recuperación de energía del coche. De paso, menciona que en su tiempo libre le gusta ver vídeos en YouTube sobre nuevas tecnologías de baterías y propulsiones eléctricas. Calcula que ha ahorrado unos 70 kilogramos de CO₂ en su viaje de ida y vuelta desde Dresde a Berlín para el ensayo. «Para mí es importante no emitir sustancias contaminantes cuando conduzco».
Carrera internacional «Made in Dresden»
La carrera de Jan Vogler es, en muchos sentidos, la de un pionero y un transgresor. Criado en una familia de músicos en la parte oriental de Berlín, antigua capital de la RDA, se mudó a Dresde a los 20 años. Allí asumió la dirección del grupo de violonchelos de la mundialmente famosa Staatskapelle Dresde y, de repente, se vio dirigiendo a músicos que en algunos casos le doblaban la edad. Vogler trabajaba «como un poseso», recuerda: tocaba en la orquesta, asumía las partes solistas y además daba clases en la universidad. Sin embargo, la rutina de los programas fijos le resultaba cada vez más aburrida. «A un músico de orquesta nadie le pregunta qué piensa de la música», dice Vogler que, sin embargo, reflexiona constantemente sobre ella, sobre su música.

Calma antes de la tormenta:
Jan Vogler, en una última prueba de sonido antes de su gran concierto en la Semperoper de Dresde. El próximo año, el festival de música volverá a deleitar a más de 60 000 visitantes (del 14 de mayo al 14 de junio de 2026).Tras la caída del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania, se tomó un año sabático, probó suerte como solista en Estados Unidos y, a los 30 años, dejó atrás su puesto fijo. En Estados Unidos también conoció a su esposa, la violinista Mira Wang, con quien ha tenido dos hijos. A mediados de la década de 2000, la familia se mudó definitivamente de Dresde a Nueva York, lo que supuso el comienzo de la carrera internacional de Vogler como solista. En el panorama cultural de Dresde se agradece que, a pesar de tener su residencia en Estados Unidos, Vogler regrese desde 2008 con motivo del festival de música anual a su antigua patria chica, donde todavía tiene un apartamento. «Soy más bien un aventurero», dice. Quiere probar cosas nuevas, servir de impulso y hacer realidad ideas innovadoras.
«Como persona, soy más bien un aventurero que supera fronteras».
Jan Vogler

Hace tiempo que actúa en los grandes escenarios del mundo, ha publicado más de 40 álbumes, ha recibido el Premio Europeo de la Cultura y ha colaborado con casi todos los directores y orquestas importantes, entre ellos Sir Antonio Pappano, Kent Nagano, Fabio Luisi y Omer Meir Wellber, así como las filarmónicas de Londres y Nueva York y la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, tanto en el Carnegie Hall como en la Semperoper. Le han dedicado obras numerosos compositores. El New York Times elogia su «sensibilidad lírica», la revista Gramophone Magazine su «virtuosismo vertiginoso» y el Frankfurter Allgemeine Zeitung su capacidad para «hacer hablar al violonchelo como una voz que canta». Recientemente, Vogler ha logrado incluso un éxito viral: su grabación de la primera suite para violonchelo de Johann Sebastian Bach se ha utilizado hasta ahora en unos 400 000 reels de Instagram durante el año Bach 2025, más que muchas canciones de estrellas del pop como Taylor Swift y Ed Sheeran.
En todo caso, no le sorprende que su violonchelo Stradivarius de más de 300 años de antigüedad funcione tan bien en las redes sociales. Ningún otro instrumento establece una «conexión tan estrecha entre el sonido y la expresión, la melancolía y la felicidad». Afirma que el violonchelo refleja las emociones humanas con más precisión que el violín o el piano. Técnica del arco, colocación de los dedos, notación para violonchelo… Estudios neurológicos han investigado incluso cuántas sinapsis se deben activar para producir un solo tono hermoso en el violonchelo: «Cinco millones de conexiones», sentencia Vogler. Ahí reside precisamente su arte.

Una rara obra maestra:
El Stradivarius de Jan Vogler, también llamado «Fau, Castelbarco», es una pieza artesanal del año 1707. Por esta trascendencia histórica, el maestro es el único que lo transporta.
Más allá de las fronteras
Un día típico comienza para Vogler a las siete de la mañana con una taza de café y dos horas de ensayo con el violonchelo. Más tarde llega el turno de llamadas telefónicas, tareas organizativas y reuniones. Por la tarde, vuelve a ensayar dos horas y, por la noche, da sus conciertos y a menudo se reúne después con los músicos que han participado. ¿Estrés? Afirma que no siente ningún estrés.

Vogler conduce con suavidad su silencioso Taycan ahora por Dresde. Entonces, saca a colación el tema que más le preocupa: ¿cómo llegar a más gente con la música clásica? ¿Cómo animarles a asistir activamente a conciertos? «Mi tarea es dirigirme a todos los estratos de la población», afirma. Bajo su dirección, el Festival de Música de Dresde se ha convertido en un festival de primer nivel en los últimos años. El programa ya no se limita a la música clásica, sino que también incluye pop, jazz y música del mundo. Cuenta una anécdota sobre Eric Clapton, que hace años asistió a uno de sus conciertos en Londres. Ambos se conocieron entre bastidores y Vogler invitó a la estrella británica del rock y el blues a Dresde. «Sin embargo, me puso una condición», recuerda el violonchelista. «Dijo: “Solo voy si tocamos juntos”». Vogler se sumergió de lleno en el rock y el blues, y el concierto conjunto de 2019 fue todo un éxito, también porque acudieron 3000 personas que nunca antes habían asistido al festival. Algo similar ocurrió con Sting o con el emblemático actor de Hollywood Bill Murray («Los Cazafantasmas», «Lost in Translation»), con quien Vogler ha forjado una gran amistad.
Pasamos por el Palacio del Gran Jardín, la Iglesia de Nuestra Señora y el Palacio de la Cultura, los imponentes escenarios del festival. Vogler nos habla de su próximo proyecto con Bill Murray: una semana después del festival volverán a dar juntos una gira por Europa. Su programa, que estrenaron en 2017 aquí mismo, en Dresde, combina música y literatura. Uno toca Bach y Beethoven y el otro canta, baila y recita textos de poetas como Walt Whitman o Ernest Hemingway. Las entradas para los conciertos están agotadas desde hace mucho, y se ve que al público le encanta esta combinación de música y poesía. Vogler ya presentó una simbiosis similar el año pasado con la poetisa estadounidense Amanda Gorman.

Vogler & Friends:
La superestrella alemana del violonchelo siempre invita a amigos famosos a compartir escenario con él. Vogler tocó en 2019 con la leyenda de la guitarra Eric Clapton (arriba) en el recinto ferial de Dresde. En 2024, actuó con la poetisa Amanda Gorman en el Carnegie Hall de Nueva York. Además, después del Festival de Música de Dresde emprenderá de nuevo una gran gira europea con la estrella de Hollywood Bill Murray.

Murray y Vogler se conocieron en 2013 en un avión con destino a Nueva York. Precisamente fue el actor —conocido por su timidez— quien se acercó al chelista por curiosidad: ¿cómo se transporta un instrumento tan grande en un avión? Vogler le explicó que siempre reservaba un asiento adicional para su violonchelo. Murray quedó impresionado. Ese mismo año, acudió al festival de Dresde sabiéndose de memoria las seis suites de Bach. Más tarde, Vogler visitó a Murray en su casa, donde vio con él su deporte favorito, el béisbol, aunque apenas sabía nada de ello. «La base de nuestra amistad es el interés mutuo», afirma el músico, que elogia la musicalidad de su compañero de escenario en los conciertos compartidos. La estrella de Hollywood muestra un gran respeto por la música clásica y por la extraordinaria carrera de Vogler, que no deja de superar fronteras: entre Oriente y Occidente, entre la literatura y la música, entre la música clásica y el pop. El maestro violonchelista ha llevado hasta la perfección este afán de superación.
Escúchelo ahora
En exclusiva para los lectores de Christophorus, una lista de reproducción de Jan Vogler.
Datos de consumo
Macan 4 Electric (preliminary values)
Taycan 4 Cross Turismo
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21.4 – 18.7 kWh/100 km
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0 g/km
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A Class