Trabajo, amor y paciencia

Diana Porsche ha cumplido el sueño de su infancia: convertirse en profesional de la doma clásica. Ahora persigue su siguiente objetivo, nada menos que alcanzar la cima mundial en su disciplina. Christophorus se encuentra con ella en su centro ecuestre en Austria.

   

Son solo 390 segundos. Seis minutos y medio en los que se decide si Diana Porsche ha hecho las cosas bien en las últimas semanas, meses y años. Si ha entrenado suficiente y si ha confiado en el caballo adecuado. Y si, a sus 28 años, será capaz de demostrar su valía. La amazona de doma clásica se concentra al máximo cuando entra a la pista a lomos de su caballo castrado ­Douglas, para realizar diversos ejercicios: cambios de galope vertiginosos, travesaños, piruetas, el passage y el piaffe, en el que el caballo trota en el sitio con talante cadencioso y expresivo. Hípica de primer nivel mundial que exige una enorme fuerza, sobre todo por parte de Douglas. Y, sin embargo, todo debe tener apariencia de ligereza y armonía, una danza casi intuitiva en la que corcel y amazona se funden como si fueran uno solo. ¿Cómo se siente en ese ­instante? «Intento concentrarme plenamente en el momento», explica Diana Porsche. «Me siento totalmente unida a mi caballo».

Vínculo estrecho:

Vínculo estrecho:

Diana Porsche y su yegua Lady Gaga. Es uno de los siete caballos que ha adiestrado por sí misma la salzburguesa.

A su manera, la salzburguesa lleva haciéndolo más de dos décadas, ya que Diana Porsche dedica toda su vida a los caballos. La amazona de doma clásica está considerada una de las grandes esperanzas de Austria en la hípica internacional. «Soy una persona muy resuelta», afirma Diana Porsche cuando nos encontramos con ella en su finca Gut Tannbrunn, en el distrito austríaco de ­Salzkammergut. «Sé que cuando se dedica a una cosa mucho trabajo, amor y paciencia termina por llegar algo positivo».

Trabajo, amor y paciencia son quizá las tres palabras que mejor describen los pilares de su éxito. Como nieta de Ferry Porsche, el fundador de la empresa de coches deportivos, puede que ya le venga de cuna el afán por dedicarse a algo en cuerpo y alma. O quizá se deba a que su padre, Gerhard, uno de los cuatro hijos de Ferry Porsche, decidiera ya en su juventud seguir su pasión y dedicarse a la agricultura en el distrito de Salzkammer­­gut. «Cuando era niña, Diana se pasaba día y noche en la cuadra con los caballos», relata su madre, Iris, que regenta un hotel en Mondsee. Poco antes de cumplir seis años, sus padres le regalaron su primer pony, y a los 12 tuvo su primer pony de doma clásica. 

Dedicación:

Dedicación:

antes y después de entrenar, Diana Porsche se ocupa de cuidar los caballos.

Con él, Diana Porsche empezó su andadura por los torneos de hípica. «Los sueños», afirma, «deben ir más allá de tu capacidad. Si no te generan un cierto miedo, no son suficientemente grandes». Su sueño fue desde siempre convertirse en una de las mejores amazonas de doma clásica del mundo, y lo supeditó todo a ese objetivo. A los 15 años decidió cambiar a la escuela nocturna para dedicar más tiempo a su auténtica pasión. Se pasaba las mañanas y las tardes montando para luego ir a clase durante cinco horas a partir de las 17:00 h, pero el duro trabajo tuvo su recompensa: en los años siguientes se proclamó tres veces campeona júnior de Austria y en 2016 obtuvo para su país la medalla de bronce en el Campeonato de Europa Sub-25.

Pareja de éxito:

Pareja de éxito:

Diana Porsche con su traje de torneo a lomos de Douglas, un caballo castrado. Es la estrella y el animal más laureado actualmente en la cuadra.
Entrenamiento:

Entrenamiento:

el dron con cámara irrita por un instante al castrado Douglas, pero la amazona sabe bien cómo calmar a su compañero en la pista.

Ese mismo año concluyó la construcción de la finca Gut Tannbrunn, donde Diana Porsche prepara sus caballos para el deporte de alto rendimiento. Actualmente cuenta con siete animales. «Mis caballos», relata entusiasmada, «son como mis hijos». Añade que para ella es crucial educarlos por sí misma y crecer con ellos. «Entonces la conexión es muy distinta». Cuando la amazona entra en la caballeriza inundada por la luz de la mañana, sus pupilos la saludan con un gruñido de confianza. Diana Porsche adiestra a cada caballo varias veces a la semana y trabaja desde su época de juvenil con su castrado Douglas, que ya tiene 15 años. Su lenguaje corporal está prácticamente sincronizado cuando salen más tarde al picadero para realizar algunos ejercicios. Visiblemente intranquilo, Douglas resopla irritado por el zumbido del dron con cámara que lo sobrevuela, pero solo durante un momento, ya que su amazona lo calma hablándole en tono suave y acariciándole el cuello. Ahí se ve esa conexión tan especial.

Diana Porsche pasa ocho horas al día con sus caballos, los alimenta, trabaja con ellos y limpia la caballeriza. Después le toca a ella misma mantenerse en forma con entrenamiento de fuerza, yoga o cardio. Muchos días, su jornada de trabajo alcanza las doce horas. 

«Quiero ­progresar cada día», afirma. En la medida de lo posible, sin depender de los demás. Diana, que condujo por primera vez el 911 de su padre Gerhard en la granja paterna cuando solo tenía ocho años, se sacó en su día el carné de camión y puede mover 40 toneladas. Durante muchos años transportó ella misma sus caballos a los torneos, aunque ahora se encarga de ello un conductor. Muchas veces la acompaña su marido, Philipp Stadlmann, que también es deportista y juega al fútbol en el Union Mondsee de la Liga de la Alta Austria. El joven de 28 años siempre lleva consigo una buena reserva de pañuelos, puesto que padece una fuerte alergia al pelo de los animales y también al heno y la hierba, es decir, todo lo que rodea al mundo de los caballos. «Los caballos son lo primero para Diana, luego no hay nada más y después puede que esté yo», comenta con un guiño. Observa desde el portón del picadero a su mujer, que está trabajando con Douglas en el piaffe y el passage. Aunque es muy exigente consigo misma, Diana Porsche siempre trata a sus caballos con delicadeza. «Los voy preparando con mucho tiempo y calma para unos ejercicios tan exigentes como los de la doma clásica», nos explica más tarde. «Y solo es posible si evito imponerme demasiada presión a mí misma».

Dream team:

Dream team:

Dahoud, Douglas, Kentucky, Lady Gaga, Lord Franklin, For Music, Ma Belle... Nombres especiales para caballos especiales.

«Tienes que disfrutar esos minutos.»

Diana Porsche
Nuevo hogar:

Nuevo hogar:

desde 2016, Diana Porsche adiestra a sus caballos en Gut Tannbrunn (arriba). Tras un exitoso día de entrenamiento, se despide con cariño de Lady Gaga antes de salir de la finca en el Panamera.

Eso no siempre es fácil, porque en los últimos años la presión ha ido en aumento. Desde 2021, Diana Porsche participa en la liga de primer nivel internacional, donde compiten también estrellas como la siete veces campeona olímpica Isabell Werth. «Ahora mismo mi tendencia es ascendente», explica. Los primeros meses fueron duros y sufrió varios reveses, pero eso no amedrentó a la austríaca. Ahí entra en juego su tercer pilar, la paciencia, que suele ser buena consejera sobre todo en un deporte como la doma, donde muchos jinetes no ­progresan realmente hasta después de cumplir los treinta. Diana Porsche lo ha aprendido, también gracias a las crisis. Hace dos años llegó a pensar en dejarlo. En los torneos las cosas no iban bien y el trabajo con su entrenadora de entonces tampoco funcionaba. «Tenía la sensación de que no era capaz de nada», relata. En lugar de venirse abajo, dejó a su entrenadora y empezó a trabajar con un nuevo preparador. «Él confía en mí y en mi capacidad, y eso me da fuerza».

A partir de ahí llegaron los éxitos y, a principios de noviembre de 2023, Diana ­Porsche compitió con su castrado ­Douglas en el torneo de Lyon. Era su primera Copa del Mundo y en la nómina de participantes había muchos grandes del deporte. Caballo y amazona saltaron a la pista en la prueba de estilo libre con música... y entonces llegaron los 390 segundos decisivos. Recta como una vela sobre la silla, su rostro irradiaba una sonrisa de alegría. «Tienes que disfrutar esos minutos», le había dicho su entrenador. Y justo eso es lo que hicieron los dos. Recorriendo la pista con ligereza, presentaron una coreografía libre que entusiasmó al público y al jurado, lo que les valió terminar la competición en el 11.º puesto, es decir, su mayor éxito tras años de entrenamiento conjunto. «¡­Gracias, Douglas!», escribiría después Diana Porsche en su canal de Instagram, donde tiene más de 100 000 seguidores. No hay duda de que lo ha hecho todo bien y que sus sueños son lo bastante grandes.

Barbara Esser
Barbara Esser

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Taycan

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