Un sueño nunca soñado
Tiene unos 20 millones de seguidores en las redes sociales, y son aún más los que conocen sus películas: Dulquer Salmaan es una estrella del cine indio, pero en realidad nada de eso estuvo nunca en sus planes. Visitamos su hogar en la costa de Malabar, al suroeste del subcontinente. Se trata de Kochi, la «Reina del Mar Arábigo».
La «Reina del Mar Arábigo» parece casi desierta. El calor tropical es asfixiante. En esta época del año, las temperaturas en la ciudad india de Kochi superan con creces los 30 ºC. La temporada de lluvias empieza pronto, pero un día como hoy eso no parece sino una utopía muy lejana. Los que pueden se refugian bajo techo durante las horas calurosas del mediodía. Pero aún nos queda algo de tiempo, y no dejamos que el calor nos impida explorar esta ciudad costera en el extremo suroeste. El vacío, el calor y la calma le confieren al lugar una atmósfera casi mágica. Con unos 1425 millones de habitantes, la India se ha convertido oficialmente en 2023 en el país más poblado del planeta. Sin embargo, no encontramos ni rastro del esperable bullicio y casi parece que estuviéramos en un plató de cine. Una imagen muy apropiada, porque el propósito de nuestro viaje es hacer una visita a Dulquer Salmaan, actor y superestrella absoluta en la India.
El actor de 40 años nació en Kochi. Cuando tenía siete años su familia se trasladó a Chennai, en la costa este, pero su ciudad natal dejó huella en él y decidió regresar. Hoy le asaltan una y otra vez recuerdos de su infancia, como los numerosos festivales del barrio de Mattancherry o la tienda de dulces Ashanti Laal Mithaiwala, a solo 30 minutos a pie de la Mahatma Gandhi Beach. Nos habla de sus películas Vikramadithyan, Charlie y Solo, que se rodaron aquí y le permitieron seguir redescubriendo Kochi. Para él, su patria chica no solo es un símbolo de la rica historia de la India.
Tras las huellas de Vasco da Gama
Kochi, anteriormente llamada Cochín, evolucionó a partir de la independencia de la India en 1947 hasta convertirse en la segunda ciudad más grande del estado de Kerala, creado en 1956. El interior de la región está dominado por plantaciones de té y paisajes de colinas salvajes, y cerca de la costa hay numerosas lagunas y lagos. El área metropolitana se extiende por varias islas y penínsulas situadas frente a la costa.
En los más de 900 kilómetros de sistemas de canales hay pintorescos pueblos que dormitan bajo las palmeras y se ven casas flotantes que se mecen en las aguas. Para muchos, la zona es como un paraíso en la costa de Malabar, también conocida como la «costa de la pimienta». A principios del siglo XV, el puerto de Kochi se convirtió en un centro comercial de especias. Con el tiempo llegaron los chinos, los árabes y los europeos. Kochi prosperó y creció hasta convertirse en la metrópoli de 600 000 habitantes que es actualmente.
Recorremos el paseo marítimo del pintoresco barrio de Fort Kochi, admiramos la larga hilera de redes de pesca chinas cuyos marcos de madera parecen una escultura y visitamos Mattancherry, un lugar marcado por la diversidad cultural. Aquí se alzan iglesias, palacios, templos, mezquitas y sinagogas. En Jew Town exploramos estrechas callejuelas, y en la isla de Vallarpadam llegamos a la basílica en la que estuvo en su día Vasco da Gama. El portugués descubrió en 1498 la ruta marítima meridional hacia la India a través del cabo de Buena Esperanza. En una de sus siguientes visitas, Da Gama murió en Kochi en 1524. Aún en la actualidad hay recuerdos de su tumba original en la iglesia franciscana local, la primera iglesia europea de la India. Cuanto más se adentra uno en la ciudad, más palpable se hace la historia.
Un legado de leyenda
La familia Salmaan también se ha ganado un lugar en los libros de historia locales. Ya por la tarde, subimos por el camino que conduce a la finca de Dulquer Salmaan, donde el anfitrión nos recibe con una amplia sonrisa. Aparcados delante de la casa están su Panamera Turbo, su 911 GT3 (991) y un 911 Carrera S (997). Dominan el jardín plantas exóticas desde una perspectiva europea, y la casa parece un estudio de arte. Salmaan vive qui con la moglie Amaal Sufiya e la loro figlia. La familia es importante para él. Casi todo lo que le apasiona, su profesión y sus aficiones tienen una conexión directa con su familia.
También su pasión por Porsche. Como le ocurre a mucha gente, todo empieza con un lejano recuerdo de infancia. «Por aquel entonces estábamos en Omán», recuerda Salmaan. «Un amico di mio padre aveva comprato una Porsche 944. Me quedé mirando el coche e intentando pronunciar correctamente el nombre de la empresa. Luego lo sacamos a dar una vuelta por la noche: ahí empezó todo». Su padre Mammootty también soñó durante mucho tiempo con un Porsche para toda la familia. «Por eso me gusta tanto el Panamera», dice Salmaan hijo. «Ofrece una amplitud increíble». A mediados de los noventa, su padre había descartado comprar un 911 debido a sus dos hijos, una amarga decepción para su hijo Dulquer en su momento. Su padre no se compraría sus propios modelos hasta más tarde. Y los dos tienen algo más en común: Mammootty está considerado una leyenda de la interpretación en la India. En unos 50 años ha realizado casi 400 películas. Sin embargo, nadie esperaba que Dulquer Salmaan siguiera sus pasos.
«Al margen de la familia, no me relacioné mucho con gente creativa», explica. Después de la escuela, estudió economía y trabajó como director en varias empresas. «Pero no fui feliz en ningún sitio y nunca sentí que mis esfuerzos se vieran recompensados». Entonces unos amigos empezaron a producir cortometrajes y Salmaan se unió a ellos. Disfrutaba cada vez más de los rodajes, en los que trabajaba hasta 18 horas al día, y se dio cuenta de que aquello le apasionaba. «Me impresionó el proceso creativo», recuerda el actor. «Poco a poco crecí y me di cuenta de que puedo superar mis miedos si me enfrento a ellos. Te vuelves más feliz y alcanzas la paz interior». Ese fue el momento en el que cambió de rumbo la vida de Salmaan.
«Cuando te enfrentas a tus miedos, te vuelves más feliz y alcanzas la paz interior».
Dulquer SALMAAN
Superestrella en once años
Hoy es una estrella del cine indio, que es mucho más que el Bollywood que se conoce en el extranjero. El término —una combinación de las palabras Bombay y Hollywood— designa globalmente la producción cinematográfica comercial del subcontinente. Pero, en realidad, Bollywood se refiere exclusivamente a las películas producidas en hindi. Aunque la industria hindi está considerada como una de las más productivas del mundo, con hasta 1000 películas al año, no es la única en la India. Casi todos los estados tienen su propia industria cinematográfica, y en la India hay 22 lenguas oficiales. Salmaan se ha puesto delante de la cámara en producciones en hindi de Bollywood, pero también en su Kerala natal, donde se habla malayalam. Además, ha rodado en tamil y telugu. «Cuando trabajo en diferentes lenguas, vivo siempre la misma experiencia que cualquier indio que viaja dentro de su país», dice el actor. «Experimento muchas culturas diferentes y, sin embargo, todas las historias parecen indias en cierto sentido. Mientras pueda hablar el idioma relativamente bien, me siento como en casa».
Salmaan ha rodado casi 40 películas desde su debut hace once años y ha ganado más de 20 premios. La versatilidad es importante para él, y hace comedias, dramas o thrillers. «Quiero que cada película sea diferente de la anterior», afirma. Pretende seguir su propio camino y es muy meticuloso al trabajar los papeles. Para el personaje del actor Gemini Ganeshan en el biopic Mahanati, visitó a sus descendientes y estudió hasta el último gesto característico de la leyenda tamil de la pantalla. Ganeshan fue una estrella del cine en los años 50, rodó más de 200 películas y aún hoy se le considera el «rey del romance» en la India.
«Si sigo fiel a este camino, espero estar a la altura del nombre de mi padre», afirma Salmaan con una sonrisa. «Me inspiro en sus valores pero nunca intento imitarle. Quiero dejar mi propia huella».
«Quiero hacer honor al nombre de mi padre».
Dulquer SALMAAN
El arte como escuela estética
Salmaan señala un cuadro del artista de Sri Lanka Senaka Senanayake que cuelga sobre él. El arte siempre le ha fascinado. «Creo que, gracias al arte, mi gusto y mi percepción mejoran continuamente, también en relación con el cine», afirma. «Las casas en las que viví de niño siempre han tenido pinturas, esculturas y música. Esto me ayuda a elegir las películas según mis gustos estéticos». En cada habitación de la casa de Salmaan hay una obra de arte, y le impresionan los artistas indios Bhavna Sonawane y Gunda Anjaneyulu, pero también poseee una colección de antiguos mapas indios de la época de la dominación británica.
Entonces vuelve a hablar de Kochi, su ancla en el mundo. Hace poco se celebró aquí la Bienal de Kochi-Muziris, la primera exposición de este tipo en la India: «El evento está al nivel de los mejores de la industria internacional del arte», afirma Salmaan. En 2012 se puso en marcha la que actualmente es la exposición de arte más importante del país. Once años después, la bienal es el mayor festival de arte contemporáneo de Asia. Por aquel entonces, Salmaan aún podía admirar tranquilamente las obras de los jóvenes artistas emergentes de la región. Hoy, con más de 20 millones de seguidores en las redes sociales, eso es cada vez más difícil.
No obstante, Salmaan se ha acostumbrado. Su trabajo de actor le hace viajar mucho y disfruta en Kochi de su tiempo libre. Y de sus Porsches. A la mañana siguiente, cuando el sol aún no esté muy alto, nos llevará a dar una vuelta por su ciudad natal en el 911 GT3 (991) para ver esos lugares de los que tanto habla y que tanto le han marcado: la tienda de golosinas de Mattancherry, el antiguo puerto del siglo XIV o el histórico Fort Kochi. Lugares que hoy también marcan a su hija y a sus sobrinos. Para él, patria y familia van de la mano. «Cuando estoy en Kochi se junta toda la familia y la casa se siente viva», dice. «Mi hija juega con los hijos de mi hermana, nos sentamos juntos y reímos». Después de la cena empieza el ritual familiar, es decir, noche de películas juntos en el home cinema de la casa. «Mi hija siempre es la dueña del mando a distancia», ríe Dulquer Salmaan. «Para mí, esos son los mejores momentos».