Vientos de cambio

En la Ruta del Fin del Mundo exploramos los secretos de la Patagonia, tierra de exploradores y hogar del viento. Nuestro compañero de viaje es un Panamera propulsado por agua y aire. Nace una nueva era.

   

El viento aúlla sin cesar. Eso es lo primero que percibe uno en la Patagonia y también lo último. Te obliga a agacharte, tira insistentemente de la ropa holgada y sientes su dureza en cada centímetro de piel descubierta. Su silbido está omnipresente. En el ayer, hoy y mañana.

Porque siempre ha sido así: el viento moldeó los relatos de la creación del mundo de los indígenas que vivieron allí mucho antes de que los europeos se atrevieran siquiera a soñar con lugares tan remotos. Los tehuelches y los aónikenk, por ejemplo, creían que el viento surgió en el suspiro del primer ser vivo, antes incluso que la luz y la tierra. Las experiencias de los primeros exploradores occidentales también estuvieron marcadas por la fuerza de la naturaleza. Cuando Fernando de Magallanes zarpó hacia la Patagonia en 1520, el temporal era tan fuerte que el gobierno español intentó mantener a raya a los piratas ingleses con una maniobra de distracción. Anunció que el viento había desplazado una isla entera que ahora bloqueaba el estrecho de Magallanes.

Tierra de expediciones:

Tierra de expediciones:

tras su descubrimiento por Fernando de Magallanes en 1520, la Patagonia se convirtió en un lugar anhelado por los aventureros.

Más de 400 años después, la chilena Gabriela Mistral escribió: «El viento en Magallanes es a la vez maldición y bendición. Es el soberano de la región y la ha moldeado a su antojo». La poetisa se convirtió en la primera latinoamericana galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1945 y el viento patagónico también dejó huella en ella. «Es un espectáculo para cualquier mortal, pero no para mí: sentí mucho miedo. Todos recordamos que en nuestra infancia nos fascinaba el miedo. Lo evitábamos. Y, al mismo tiempo, lo desafiábamos».

El viento siempre está ahí, silbando todos los días sus canciones tormentosas y perdurando en el tiempo.

Christian Formoso:

Christian Formoso:

el poeta y profesor de la Universidad de Magallanes vive en Punta Arenas, una de las ciudades más meridionales del mundo.

Christian Formoso es poeta y profesor de la Universidad de Magallanes en Punta Arenas. Con una elocuencia inagotable, habla de la antigua creencia de que el diablo gobierna el viento. «En su día, esta zona se equiparaba con el mal», relata el poeta de 52 años. «El centro del imperio colonial español, Lima en Perú, era considerado sagrado y la región de Magallanes todo lo contrario. Todo lo bueno estaba allí, todo lo malo aquí».

Pero han pasado muchas cosas en estos 500 años desde el descubrimiento de Magallanes. Exploradores, literatos y científicos —de Charles Darwin a Julio Verne— emprendieron el largo viaje y exploraron la tierra estéril del fin del mundo. Hoy seguimos sus pasos. Nuestro viaje de descubrimiento comienza en el extremo sur de Chile, en Punta Delgada. Atrás queda la corta y a veces agitada travesía en ferri desde Tierra del Fuego. Frente a nosotros se abre la carretera para vehículos de motor más larga del mundo: la Panamericana. Acaba en Dead Horse, Alaska, a unos 23 000 kilómetros al norte de nosotros.

Nuestro medio de transporte es un Porsche Panamera Turbo S E-Hybrid en color papaya metalizado que debe en parte su nombre a esta carretera tan inusual. Pero no es un híbrido cualquiera. En nuestro viaje se nutre por un lado de eFuels producidos en la región y, por otro, de electricidad igualmente verde. Dos tecnologías sostenibles combinadas en un solo vehículo. Así descubrimos la Patagonia y al mismo tiempo la movilidad del mañana.

Viaje sostenible:

Viaje sostenible:

propulsados por eFuels y energía eólica, descubrimos la extensión infinita en el Panamera Turbo S E-Hybrid.

Tras solo 16 kilómetros dejamos la Panamericana, que continúa hacia Río Gallegos en Argentina, y nos adentramos en la Patagonia chilena. Tierra llana hasta donde alcanza la vista. Y, una y otra vez, reliquias de épocas pasadas, como la Estancia San Gregorio, una antigua granja testimonio del último apogeo económico de la región. A finales del siglo XIX, los habitantes de esta zona prosperaron gracias a la cría de ovejas. Los edificios de la estancia estaban en el corazón de una finca de 1400 kilómetros cuadrados. Sin embargo, con la inauguración del Canal de Panamá en 1914, el negocio decayó rápidamente y en 1970 la mayoría de las actividades se habían ido cesando gradualmente. Un proceso que ejemplifica bien la dinámica de la región. Pero el viento persistió. Constante. Sin cambios.

Tras continuar brevemente la marcha pasando por una señal que advierte de posibles colisiones con ñandús (el primo sudamericano del avestruz), llegamos al cruce con la Ruta 9, más conocida como la «Ruta del Fin del Mundo». Aquí ponemos rumbo a Haru Oni, la nueva planta de producción en la que Porsche ha adquirido una participación y donde se producen eFuels de forma regional y sostenible. Ahora llega probablemente una de las paradas para repostar más extraordinarias de nuestras vidas.

Ruta 9:

Ruta 9:

a bordo del Panamera, recorremos la Ruta del Fin del Mundo.
Tatiana Alegre:

Tatiana Alegre:

la directora de HIF Chile (Highly Innovative Fuels) está investigando la movilidad del futuro en su viaje de descubrimiento científico.

«Este proyecto es una piedra angular para el futuro», afirma Tatiana Alegre, directora de la empresa HIF Chile (Highly Innovative Fuels). «En pocas palabras, utilizamos el viento para convertir el agua en eFuels. Haru Oni significa "tierra del viento". Trabajamos aquí porque hay viento fuerte casi todo el año». Proporciona constantemente la energía sostenible que es tan importante para la producción de eFuels. «Magallanes siempre ha sido la tierra de los exploradores», afirma Alegre. «En nuestro caso, exploramos fronteras científicas. Para mí, Haru Oni es una de las nuevas maravillas tecnológicas que espero que podamos utilizar para ayudar a cambiar el mundo».

Mientras el motor V8 biturbo del Panamera () emite un zumbido de satisfacción y consume sin problemas el eFuel recién repostado, conducimos hacia el norte. 

El horizonte parece aquí especialmente amplio, las carreteras discurren en línea recta y formaciones nubosas surcan el cielo. Estamos en la llanura patagónica de la que informó Charles Darwin en 1833 cuando dio la vuelta al mundo durante cinco años en el HMS Beagle. «Las llanuras no tienen límites, pues apenas se pueden cruzar y, por lo tanto, son desconocidas», escribió el naturalista. «Están marcadas por haber existido durante siglos tal como son ahora y parece no haber límite para su persistencia a través de las eras futuras».

Intemporal:

Intemporal:

aquí muchas cosas están igual que en tiempos inmemoriales, solo el Panamera nos recuerda el futuro.
Christopher Dick Leigh:

Christopher Dick Leigh:

junto con sus hermanos, Dick Leigh dirige en quinta generación la Estancia Río Penitente, de 12 000 hectáreas.

Casi 200 años después, atravesamos esta tierra antaño infranqueable impulsados por el agua y el viento y trazamos nuestro camino a través de la interminable extensión. Nos detenemos en la Estancia Río Penitente, otra granja cargada de historia pero con un futuro apasionante. Christopher Dick Leigh, al igual que sus tres hermanos, está unido a su hogar con profundos lazos. Después de que sus tatarabuelos llegaran a la Patagonia desde Escocia a través de las Islas Malvinas, ahora son la quinta generación que vive allí y han modernizado a fondo su finca de 12 000 hectáreas. Hoy en día no solo dirigen una granja de ovejas, llamas y caballos, sino que también han convertido parte de la casa en alojamiento vacacional para el creciente número de turistas.

«La Patagonia es un lugar especial en todos los sentidos», comenta Dick Leigh. «Para nosotros, lo más normal es vivir las cuatro estaciones en un mismo día y no saber nunca qué ropa conviene ponerse. Pero, a través de los ojos de los turistas impresionados, volvemos a verlo todo distinto».

El cambio actual podría compararse con la llegada de los pioneros que trajeron las primeras ovejas hace más de cien años. «Eso alteró todo el orden económico de la región en su momento», explica Dick Leigh. «Algo parecido podría pasar ahora mismo con los eFuels».

Seguimos hacia el norte pasando por Puerto Natales y un fiordo llamado Seno de la Última Esperanza. Después cruzamos el Parque Nacional Torres del Paine y tras cada curva descubrimos un nuevo pico escarpado, un glaciar, un lago, un río o una cascada de un impresionante tono azul o esmeralda. Torres del Paine se suele llamar «la octava maravilla del mundo» y bien merece este título, más que muchos otros lugares. La región es tan salvaje, remota y extraña que incluso a principios de siglo fue el punto de partida de algunas de las últimas expediciones serias en busca de enormes animales de la Edad de Hielo extinguidos hace mucho tiempo. Aquí también se descubren nuevos fósiles una y otra vez: hace no mucho, en 2022, los investigadores anunciaron la primera excavación completa de una hembra de ictiosaurio preñada.

Transformación:

Transformación:

la ganadería ha sido durante mucho tiempo un sector importante aquí. Con los eFuels se añade uno nuevo.

En la actualidad, gigantescos cóndores andinos de hasta tres metros de envergadura sobrevuelan sin esfuerzo las cumbres de las montañas. Nos detenemos con el Panamera y observamos cómo tres pumas arrastran entre la maleza a un guanaco —una especie de llama sudamericana — recién capturado. Ahora sí que parece que hemos llegado al fin del mundo: la carretera desaparece lentamente en la nada. No muy lejos, observamos a los gauchos de la Estancia Cerro Guido conduciendo grandes rebaños de ovejas por la llanura patagónica a lomos de sus caballos. Aquí apenas se nota el paso del tiempo: pasado y presente se confunden. Antiguamente, muchas cosas eran iguales que ahora. La Patagonia era el fin del mundo azotado por el viento, en su día un lugar peligroso que se convirtió en un bastión para audaces expediciones. Hoy comienza aquí una nueva era de descubrimientos.

Haru Oni:

Haru Oni:

en la fase piloto hay prevista una producción de unos 130 000 litros de eFuels al año.

El viento aúlla sin cesar. Pero ya no es un motivo de miedo como el que sintió Gabriela Mistral. Es un impulso hacia el futuro y un símbolo de esperanza.

Ben Samuelson
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