ICON: 4,5 km/h para la eternidad

Al principio, los diseñadores se quedaron perplejos: tenían ante sí el 911 en su forma purista original pero desfigurado por una especie de cuña en el portón trasero. 

   

También los expertos en ventas, que tenían que vender en todo el mundo 500 ejemplares de ese mismo 911 Carrera RS 2.7, murmuraron con recelo: «Sacaremos como mucho 100. Ni uno más». Y en algún momento de aquel fragor surgió la palabra idónea para el novedoso alerón trasero: Entenbürzel o «cola de pato». Es decir, la denominación convencional para la prolongación del lomo de la conocida ave acuática de andares característicos.

«Sí, en principio no era precisamente un piropo», comenta entre risas Tilman Brodbeck. El ingeniero aeronáutico se incorporó a Porsche en octubre de 1970 cuando tenía 26 años y diseñó junto con Hermann Burst esta pieza del automóvil que ya se ha hecho legendaria. «Por aquel entonces, el 911 y muchos otros coches tenían en principio la forma de un plano de sustentación: lisos por abajo, abovedados por arriba y cerrándose en punta hacia atrás», explica Brodbeck. «Este tipo de forma genera fuerza ascensional». Una fuerza física que el 911 no podía aprovechar en absoluto, puesto que sus velocidades en curva no eran ni de lejos tan altas como prometían el motor y el tren de rodaje. Los diseñadores se dieron cuenta rápido de que demasiada fuerza ascensional era sinónimo de un menor rendimiento. Un argumento que convencería también a los expertos en ventas y en diseño.

En el túnel de viento se puso de manifiesto lo alto que era realmente el coeficiente de fuerza ascensional en la parte trasera: 0,29 cA. La solución: urgía un borde de ataque aerodinámico. Con un alerón diseñado a grandes rasgos sobre el capó del motor a partir de alambre de soldadura y chapas finas, en solo dos días de ensayo en el túnel de viento se redujo el factor nada menos que dos tercios hasta quedar en 0,08 cA. Al mismo tiempo, también se mejoró el valor cW, que mide el rendimiento aerodinámico, y la velocidad máxima subió 4,5 km/h hasta los 240 km/h, una cifra impactante en la época. Puede parecer poco, pero para un 911 con el deportivo sobrenombre «RS» es algo extraordinario. No hay que olvidar que en el automovilismo muchas veces todo se decide por centésimas de segundo. Eran tantas las ventajas que hasta los más críticos dieron su brazo a torcer.

«Al final, los 500 vehículos que hacían falta para la homologación del 911 Carrera RS 2.7 en el grupo 4 se vendieron más rápido de lo que nuestros vendedores tardaron en contar hasta 500», recuerda ahora Brodbeck a sus 79 años. En efecto, los fans de Porsche le tomaron pronto el gusto a las vueltas rápidas en los circuitos y también al alerón trasero, una novedad absoluta para un vehículo de serie en el mundo del automóvil. Así nació la célebre «cola de pato». Está consignada en el documento de patente número 2238704 en el Registro de Patentes de Alemania el 5 de agosto de 1972.

Thorsten Elbrigmann
Thorsten Elbrigmann
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