La erosión como inspiración
Un proyecto artístico lleva el «Salvaje Oeste» bajo techo: en el aeropuerto de Salt Lake City han aterrizado inmensas esculturas que reflejan la belleza de los parques nacionales de Utah.
Gordon Huether mira concentrado hacia el este. Una primera franja de luz le ilumina el rostro y revela su euforia: «Cuando experimento la majestuosidad de la naturaleza», reconoce el artista ante la impresionante salida del sol, «me dan ganas de tirar mis lápices a la basura. Esta belleza es inalcanzable».
«La belleza majestuosa es inalcanzable.» Gordon Huether
Los montes de arenisca del Parque Nacional de Zion en Estados Unidos brillan en fascinantes tonos de rosa y salmón. Sus formaciones pulidas por las fuerzas de la naturaleza durante 150 millones de años son una fuente de inspiración crucial para el artista de 62 años. Pero no solo él siente fascinación por el paisaje: la afluencia de visitantes es mayor que nunca, y más de uno se queda fuera. Las experiencias reales cobran cada vez más importancia en la era digital. Y justo ahora se está redescubriendo el valor de los viajes. Así se pone de manifiesto lo que realmente une al mundo: el tránsito. Se trata de un motivo recurrente en las opulentas obras, esculturas e instalaciones de Huether. Su gran proyecto más reciente traslada la belleza de la naturaleza salvaje al Aeropuerto Internacional de Salt Lake City. Es la puerta de entrada a los parques nacionales de Utah, conocidos como Mighty 5: Arches, Bryce Canyon, Canyonlands, Capitol Reef y Zion. En 2002, el año de los Juegos Olímpicos de Invierno, pasaron por este aeropuerto más de nueve millones de viajeros. En 2019, esa cifra ya había subido hasta los 26 millones. En cuanto se retomen también los vuelos intercontinentales sin restricciones, se espera una nueva subida. En paralelo al creciente interés por los parques naturales, el aeropuerto de Salt Lake City está cobrando un nuevo impulso a través de una reforma integral de su diseño valorada en 4.500 millones de dólares. Un componente esencial del proyecto es el arte en gran formato creado por Gordon Huether.
Con sus ambiciosas obras en espacios públicos como plazas, bibliotecas, clínicas o centros comunitarios, Huether pretende tender un puente entre el ser humano y la naturaleza. Para él, el Aeropuerto Internacional de Salt Lake City es una «catedral del transporte» y quiere revalorizarlo con sus objetos orgánicos. A través de ellos se establece una unión directa con los parques nacionales, es decir, el destino de la mayoría de los viajeros que llegan.
«Viajar es fatigoso, incluso para los turistas experimentados», explica Huether. «Quiero contrarrestar un poco ese estrés». Su arte con enfoque terapéutico comienza en la terminal principal con The Falls. Una instalación con forma escalonada de 20 metros de altura hecha de cristal con efectos de color emula los reflejos arcoíris de una catarata a la luz del sol. La escultura, que pesa dos toneladas y media, está hecha de 300 láminas y 220 barras de cristal. Los viajeros se deslizan a su lado subidos en la escalera mecánica.
Por el contrario, The Canyon ofrece una interpretación monocromática de las paredes lisas y onduladas de un cañón. La obra se extiende por una longitud de 110 metros en 500 placas individuales elásticas y recuerda la topografía. Las líneas imitan las formaciones de piedra de Utah creadas por la erosión del agua y el viento. Un programa de ledes controlado por ordenador baña la formación de roca sintética en una atmósfera de primavera, verano e invierno. Aún se está construyendo el River Tunnel, un túnel subterráneo para peatones de 300 metros entre la terminal principal y la terminal norte. La representación de las olas iluminadas en color azul imita una vía de agua. Otra obra será lo primero que verán los pasajeros al llegar y lo último que se llevarán en el recuerdo al marcharse: The Mighty 5, una escultura maciza de 75 toneladas compuesta a partir de cinco elementos dispuestos en estructura piramidal.
Su fabricación a base de acero corten duradero da lugar a un desmoronamiento estético. Las poderosas formas se amontonan hasta 27 metros de altura, equivalente a una vivienda de nueve plantas. Huether encontró la inspiración para esta escultura en los macizos montañosos del Wasatch y el Oquirrh en los límites occidental y oriental del gran valle de Utah. Los conocimientos técnicos del artista y también su experiencia en el ámbito de la arquitectura le permiten hacer realidad sus sueños creativos. Por tanto, es el hombre ideal para el proyecto del aeropuerto de Salt Lake City, un homenaje a uno de los paisajes más sobrecogedores de Norteamérica.
«Viajar es fatigoso. Quiero contrarrestar el estrés.» Gordon Huether
Volvemos a la naturaleza salvaje del Parque Nacional de Zion. Allí ya hace tiempo que el sol se ha elevado del horizonte. El hombre, siempre con la gorra puesta hacia atrás, disfruta ahora de un tono de verde especial en el paisaje rocoso. Verde pitón, para ser exactos. Se trata del llamativo color del Porsche Macan GTS que Huether conduce hoy. El coche es para el artista el compañero perfecto en esta excursión. Mientras tanto, su propio Macan S —gris volcán metalizado— está aparcado delante de su estudio en el californiano Valle de Napa. Hay unos 1.000 kilómetros en línea recta entre las monumentales bellezas de Utah y el hogar de Huether. Allí vive con su esposa, Darcy.
El artista lleva en la sangre la pasión por la cultura y los vehículos alemanes. Sus padres llegaron a Estados Unidos como inmigrantes alemanes y al principio vivieron en Rochester (Nueva York), antes de mudarse a California. Gordon Huether relata que su abuelo se pasó cinco años yendo a pie al trabajo para poder permitirse al fin un flamante escarabajo VW azul, un coche fabricado en 1962. Huether recuerda haber visto películas alemanas en el cine y comenta con entusiasmo los viajes en el entrañable escarabajo familiar desde Napa a San Francisco. Cuando cumplió los 16 recibió el coche como regalo. Sin embargo, la alegría solo le duró unos meses, ya que en su alocada adolescencia volcó en un accidente. Entonces su abuelo le compró otro escarabajo de 1962. Años más tarde, Huether decidió continuar por sí mismo la trayectoria familiar de coches refrigerados con aire comprando otro escarabajo. Fabricado en 1959, su año de nacimiento. Lo restauró y no pudo evitar ponerle un rebaje que bien valdría para rodar escenas de acción.
«El Beetle es casi un antepasado de mi Macan», comenta Huether con satisfacción. Para él, el Porsche es como una recompensa: no se lo pudo permitir hasta bien avanzada su carrera como artista. «Me gusta su sonido. Y me encanta la sensación al volante. Se percibe claramente la calidad», afirma. «Como artista me fijo mucho en el aspecto visual, naturalmente, pero el Macan también es práctico: con los asientos traseros abatidos, caben hasta mis maquetas más grandes». El vehículo reúne los principios profesionales de Huether en la combinación ideal para él entre fina estética y funcionalidad.
En la matrícula personalizada figura la palabra alemana LICHT («luz»), un elemento que marca la vida y la obra de Huether. Y no solo en las iluminaciones artísticas. «También en el sentido espiritual», como subraya él mismo. «¡Allá donde miro descubro belleza!»
Ahora se encuentra pensativo en una ranura en la roca de solo unos metros de ancho pero con una profundidad prácticamente infinita. Poca luz, muchas sombras. En este slot canyon o «cañón de ranura» se pone filosófico: «Desde hace casi 40 años siento que es mi tarea estimular a las personas a través de la belleza y el significado. Si hay una época en la que el arte nos debe unir a través de la inspiración, es ahora. Nunca había tenido un propósito mejor y más elevado».
Datos de consumo
Macan GTS
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11.7 – 11.3 l/100 km
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265 – 255 g/km
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G Class
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G Class
Macan S
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11.7 – 11.1 l/100 km
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265 – 251 g/km
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G Class
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G Class