La inspiración del Reino del Medio
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China es una grandiosa fuente de inspiración que se desarrolla y transforma a una velocidad vertiginosa, sobre todo en el campo del arte. Con el concurso Young Chinese Artist of the Year, Porsche China promueve a jóvenes artistas del Reino del Medio.
Seguramente ningún otro país del mundo está experimentando cambios tan impetuosos como la República Popular China, no solo económicamente, sino también social y culturalmente. El arte moderno de China no tiene nada que ver con el de hace tres o cinco años. Sobre los cimientos de una de las naciones culturales más antiguas, las mentes creativas del país se han catapultado hacia la modernidad global en muy poco tiempo. Sus orígenes permanecen visibles pero su mirada se dirige al futuro y fascina alrededor del globo.
«El arte es un impulso esencial para que una sociedad se desarrolle», subraya Jens Puttfarcken, presidente y CEO de Porsche China. La empresa ya ha organizado siete concursos de arte en los que han participado más de 2.000 estudiantes en la última década. En 2017, Porsche China elevó el nivel de la iniciativa introduciendo el programa Young Chinese Artist of the Year (YAOY) para promover la futura vanguardia artística del país. En 2018/2019, el concurso celebró una segunda edición bajo el lema «¿Qué hace que la vida de hoy sea tan diferente?».
Porsche convoca el YAOY junto con la fundación sin ánimo de lucro Cc Foundation y con el apoyo de la ART021, la feria de arte contemporáneo de Shanghai. Los tres pasos esenciales son la selección de los candidatos, exposiciones de las obras nominadas así como, finalmente, una presentación de los artistas ganadores. Estos son elegidos siguiendo criterios profesionales establecidos por destacados institutos y academias chinos de arte en colaboración con famosos artistas, comisarios y representantes de medios de comunicación. El YAOY se define como una plataforma profesional para fomentar pioneros artísticos, innovadores audaces y librepensadores. Los candidatos seleccionados disponían de un año para preparar, diseñar y ejecutar sus trabajos, cuyas técnicas abarcan un amplio espectro: desde esculturas hasta realidad virtual, desde pintura hasta videoinstalaciones.
El brote de la pandemia china de coronavirus también se ha dejado notar en el YAOY y algunos proyectos han tenido que ser pospuestos. Por ejemplo, la feria JINGART de Pekín, donde los candidatos debían exhibir sus obras, ha sido víctima de las restricciones impuestas a causa del coronavirus. Pero las catástrofes y las experiencias traumáticas siempre han favorecido el impulso creativo y dotan de las fuerzas necesarias para superar una crisis.
Por ello, Porsche, en colaboración con la ART021 de este año, ha lanzado el proyecto «Art Healing». Consiste en una exposición y una plataforma online interactiva y pública. El arte como terapia. Como poder curativo no solo se ha invitado a los ganadores del YAOY, sino también a artistas de Wuhan. Hasta allá, el antiguo epicentro de la pandemia, viajará después la exposición.
El compromiso de Porsche China con el arte tuvo su origen en una catástrofe natural: el terremoto en la provincia de Sichuan, que el 12 de mayo de 2008 se saldó con 70.000 muertes. Entre las víctimas se encontraban miles de niños que perecieron bajo los escombros de las escuelas derrumbadas. La empresa de Stuttgart reaccionó entonces con donaciones para las familias afectadas y para la reconstrucción. La tragedia puso de manifiesto la vulnerabilidad de los jóvenes y en 2009 dio lugar a la iniciativa «Empowering the Future», organizada por Porsche China. El programa animó en primer lugar a jóvenes estudiantes del Sichuan Fine Arts Institute a llevar a cabo proyectos artísticos bajo el lema «Amparar a los niños» con el objetivo de llamar la atención acerca de la fragilidad y las necesidades de los más jóvenes.
El programa YAOY actual tiene como objetivo no solo ofrecer nuevos estímulos para la reflexión en China, sino también abrir nuevas perspectivas para el resto del mundo y generar una visión más amplia que vaya más allá del análisis de China generalmente divulgado por los medios de comunicación clásicos. YAOY quiere ser más que una simple chispa inicial. La llama no debe apagarse. El prestigio que el concurso ha adquirido con el tiempo es una puerta de acceso a otras exposiciones. Porsche acompaña a los ganadores en su camino, y el año pasado ya concedió becas especiales a estudiantes de maestría en especialidades artísticas.
El proyecto Young Chinese Artist of the Year no deja de ser un concurso, pero tampoco es una criba darwiniana. Al igual que en el estreno de 2017, en 2019 también subieron cuatro ganadores al escenario. No se trata de celebrar la llegada a la meta de un corredor solitario, sino que es mucho más importante el fuerte tirón que se genera y que arrastra a otros jóvenes talentos.
Liu Wa
«Nuestro hoy es el futuro de nuestra infancia». Liu Wa
Tiene 25 años y ha estudiado arte y antropología, unas cualificaciones perfectas para el último YAOY, que se presentaba bajo el lema: «¿Qué hace que la vida de hoy sea tan diferente?». Liu Wa pertenece al grupo de los cuatro ganadores y ganadoras. La pasión por el arte le viene de muy joven, ya que sus padres son profesores de pintura en Pekín.
Superada su frustración infantil por sus dibujos supuestamente ingenuos, esta graduada por la prestigiosa Universidad de Yale ya hace tiempo que transita sin esfuerzo de un género a otro, de la pintura clásica a la videoinstalación. En Racing Thoughts, su obra premiada en el YAOY, un electroencefalograma –o EEG, que sirve para medir las ondas cerebrales eléctricas– muestra sus impetuosos pensamientos en forma de curvas salvajes mientras navega paralelamente por Internet. «Con mi trabajo quiero mostrar los aspectos clínicos y humanos que tienen las emociones», explica. Está entusiasmada con las posibilidades de la era digital y, al mismo tiempo, se siente abrumada por la velocidad y el aluvión de información. Su solución al problema de andar siempre en la cuerda floja: «Encuentro la paz interior mediante apps de meditación».
Liu Wa vive entre su estudio en Pekín y su apartamento en Nueva York. Ha ampliado sus estudios de arte y tecnología en el prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT). En su opinión, el hecho de que cada vez más jóvenes chinos se eduquen en el extranjero ha contribuido a que el arte de su tierra natal sea más comprensible y se haya hecho un sitio en todo el mundo, pero también les ha costado algo de independencia. Su gran objetivo: «Encontrar mi propia voz».
www.liuwastudio.com
Ma Lingli
El talento de Ma Lingli se vio claramente confirmado incluso antes de participar en el primer YAOY 2017: el Sichuan Fine Arts Institute concedió a su tesis de licenciatura la calificación de «sobresaliente», y en 2013 ganó su primer premio como artista joven. La especialidad de Ma Lingli, de 31 años, es la combinación de colores sobre seda. «Materiales con temperatura que evocan recuerdos de la vida cotidiana y del cuerpo», como dice ella. Un corcel no es un caballo es la pieza con la que se ha presentado al concurso y evoca la línea fluida que separa la apariencia de la realidad.
La artista nacida en Chengdu y residente en Pekín centra su atención en la reflexión y la interacción. Por ello aprecia especialmente el intercambio y la presentación conjunta de los participantes del YAOY: «Cuando descubres a otros, cambias tu perspectiva y te percibes mejor a ti misma». En la crisis del coronavirus también ha visto una oportunidad: «El mundo exterior era oscuro y misterioso, pero también me ha fortalecido algunas capacidades elementales».
«La magia del arte permite al creativo encontrar su ser más verdadero y profundo». Ma Lingli
Chen Baoyang
De pequeño a Chen Baoyang le fascinaban los coches de carreras. Labrarse un futuro como piloto desde su pasión por la tecnología no es fácil, pero la «magia de las máquinas», como él lo llama, sigue viva. Por ello ha transformado una satisfacción deportiva en una artística. El ganador del premio Young Chinese Artist of the Year 2019 proviene de una dinastía de artistas. Las inspiraciones creativas de su abuela y su madre han dejado huella en él, así como su temprana inmersión en el mundo informático de su padre.
«Siempre se dice que la próxima tecnología cambiará nuestras vidas. Pero las consecuencias quizás no sean las que esperamos». Chen Baoyang
«Mis padres nunca me han presionado, pero viví a su sombra hasta que me di cuenta de que tenía que escalar mi propia montaña», explica. Pronto tuvo claro que los bits y los bytes serían los protagonistas de su escalada particular. Ahora tiene 31 años y se siente como pez en el agua en el mundo digital. Publica artículos en revistas y da conferencias sobre inteligencia artificial y realidad virtual. Ya sea en Pekín o en sus espacios de estudio en EE.UU. o París, Chen desarrolla su creatividad allí donde pueda instalar sus ordenadores.
Su aportación al YAOY consta de las instalaciones ¿Sueñan los androides con vacas eléctricas? y Baoberg así como pinturas realizadas mediante Inteligencia Artificial. La obra completa lleva el título Do AI dream about Tannhäuser Gate? y es un homenaje a la novela de Philip Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? así como la clásica película Blade Runner inspirada en ella. En la película, la Puerta de Tannhäuser tiene un papel legendario, ya que abre el camino hacia otro mundo, brutal pero fascinante. El campo de tensión entre el hombre y la máquina y la cuestión de si la inteligencia artificial también puede crear arte son motivos centrales de la obra de Chen. Al joven artista no solamente le une a Porsche el premio concedido, sino también el sueño de su infancia: «¡Ver las carreras en Le Mans es alucinante!». Y es que, efectivamente, las máquinas tienen magia.
www.baoyangchen.com