John
Cranko
School

Claridad, ritmo y precisión conforman el nuevo y espectacular edificio que alberga la Escuela John Cranko en el corazón de Stuttgart. Ubicada no lejos de la Ópera, este edificio dividido en grupos monolíticos encarna el dinamismo y la elegancia de la danza.

   

Porsche Macan GTS
Consumo combinado de combustible: 9,6 l/100 km
Emisiones de CO₂ combinado: 218 g/km (Datos de 10/2020)
Todos los datos técnicos pueden variar según los países.

Gabriel Figueredo
El bailarín Gabriel Figueredo tenía solo 12 años cuando Tadeusz Matacz le vio bailar por primera vez en Brasil. «Es muy poco habitual que cuerpo y música se fusionen de tal manera. Es un privilegio que haya venido a Stuttgart a trabajar con nosotros». Galardonado en muchas ocasiones, a este bailarín de 20 años le espera una gran carrera como miembro de la compañía del Ballet de Stuttgart.

Mizuki Amemiya
La tokiota Mizuki Amemiya comenzó su formación como bailarina en la escuela privada Hattori Ayako Ballet Class de su ciudad natal. En 2014 Matacz la trajo a la Escuela John Cranko de Stuttgart, donde finalizó la formación en 2017. Gran promesa de la compañía de Stuttgart, su danza entusiasma por su gracilidad y ligereza.

Es la primera escuela de danza erigida como tal en Alemania. 90 metros de longitud se reparten en 10 niveles sobre una ladera del centro urbano como los peldaños de la escalera del éxito. «La compañía de Stuttgart es para los amantes del ballet lo que Porsche es para los aficionados al automóvil», afirma Tadeusz Matacz, que desde 1999 dirige la Escuela John Cranko. Stuttgart alcanzó una gran fama internacional como ciudad de la danza a principios del siglo XVIII, cuando la corte de Wurttemberg trajo a la ciudad a las grandes estrellas de la Ópera de París. Desde que en los años sesenta se produjo el denominado milagro del Ballet de Stuttgart bajo la dirección del coreógrafo John Cranko, el mundo está pendiente de la ciudad suaba. La Escuela y el Ballet de Stuttgart mantienen una relación excepcional. «En ningún otro lugar los alumnos pueden reunir experiencia artística como parte de la compañía y bailar junto a los grandes bailarines. Es algo único», explica Matacz. La moderada cifra de 120 alumnos permite además trabajar de forma intensiva con cada uno de ellos.

Notable estética, excelente composición

El despacho de arquitectos Burger Rudacs de Múnich diseñó la Escuela con formas rectilíneas y precisas en un imponente gesto monumental: el edificio se adapta al terreno en forma de terrazas. Los jóvenes bailarines deben tener sensación de libertad. «Creemos que la arquitectura y el ballet presentan unos rasgos comunes esenciales», explica la arquitecta Birgit Rudacs. «Ambas disciplinas se ocupan de cuestiones como la composición, el espacio y el ritmo, que quedan reflejadas y creemos que también resueltas en la concepción espacial de la Escuela John Cranko».

La estructura escalonada del edificio permite atisbar cómo está concebido su uso. En la zona central están ubicadas la administración y ocho salas de ensayo provistas de espejos que llegan hasta el techo. Por la calle Werastrasse se accede al internado, que tiene capacidad para 80 alumnos. Destaca el escenario para ensayos calcado exactamente del escenario de la Ópera, con un aforo de 200 personas. Está escondido en el interior del edificio al estilo de una caja negra y se atisba desde la Urbansplatz por la gran ventana del vestíbulo.

Armonía maestra:

Armonía maestra:

en la nueva Escuela John Cranko la arquitectura y el baile encuentran un balance perfecto.

Las paredes de los amplios pasillos, las salas y las escaleras son de hormigón liso. Claro, relajante, e ideal para la concentración. Ningún rasgo del diseño desvía la atención de lo que es esencial: la danza. A través de los ventanales y el balcón están siempre presentes la vecina Ópera y el panorama de la ciudad. Objetivo y público siempre a la vista. Para los alumnos, este lugar motivador con identidad propia significa una importante mejora espacial. «Nuestro anterior domicilio se encontraba en un estado lamentable», recuerda Matacz los pequeños espacios poco inspirados con techos que, por su altura, no permitían grandes saltos.

Ventana con vistas:

Ventana con vistas:

Reid Anderson, exdirector artístico del Ballet de Stuttgart, perseguía la construcción de un nuevo edificio para la Escuela cerca de la Ópera desde 1996.
En ascenso:

En ascenso:

la Escuela John Cranko forma a los mejores bailarines para el famoso Ballet de Stuttgart.
«En ningún otro lugar los alumnos pueden bailar junto a los grandes bailarines». Tadeusz Matacz

Danza – un idioma que todos entienden

Los 120 alumnos de la Escuela John Cranko proceden de 26 naciones. La mayoría viven en el mismo internado de la Escuela. «Motivamos a jóvenes de todo el mundo en unas condiciones formativas ideales», explica Andreas Haffner, Director de Personal y Asuntos Sociales de Porsche. «De este modo generamos algo muy importante: ¡diversidad! También en lo que se refiere a las perspectivas. Nuestra plantilla está compuesta por 80 nacionalidades, por lo que sabemos lo valiosa que es la diversidad». El Ballet de Stuttgart y Porsche comparten ciertas analogías: «A través de los siglos, los estilos propios de la cultura se reinventan de forma continua. Precisamente para John Cranko era imprescindible que el arte evolucionara constantemente. Sus coreografías tienden puentes entre lo antiguo y lo nuevo, entre la modernidad y el clasicismo. Su talante abierto y su anhelo por el cambio coinciden con el espíritu de Porsche», constata Haffner entusiasmado. Tradición e innovación. La cultura conmueve a personas de todo el mundo. Para Porsche, que desde 2012 es el principal espónsor del Ballet de Stuttgart, esta conexión es una cuestión esencial. La empresa apoyó la construcción del edificio con 10 millones de euros.

Promoción cultural:

Promoción cultural:

Porsche participó en la construcción con 10 millones de euros.
«Generamos algo muy importante: ¡diversidad!» Andreas Haffner

Tadeusz Matacz tiene muchas ganas de trabajar en la Sala Richard Cragun, una sala de ensayo sin luz natural directa: «Para mí será el espacio más interesante. En él se condensará la atmósfera entre el bailarín y la música. Este espacio permite la máxima concentración e inspiración. Culmina en un exclusivo piano de cola que emite un sonido extraordinario. Como en el escenario, donde los bailarines entran en contacto con los dioses únicamente mediante la música y la luz y transfieren esa magia al público». Para ello es necesario un don excepcional y, por supuesto, también un lugar especial.

SideKICK: John Cranko

«John Cranko fue una personalidad increíble. Atraía a los grandes bailarines de su época como un imán. Se le identifica con una gran necesidad de obtener la mayor calidad, arte y emoción», señala Tadeusz Matacz. Tras su formación en Ciudad del Cabo, la carrera del extraordinario coreógrafo comenzó en el Royal Ballet de Londres. A principios de los años sesenta llegó como coreógrafo invitado a Stuttgart y, como director llevó a la compañía a la fama mundial en solo 12 años. En 1971 Cranko fundó la primera escuela de ballet estatal de la antigua Alemania Occidental, que desde 1974 lleva su nombre.

Bettina Krause
Bettina Krause
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