Una experiencia única
Porsche Ibérica – Porsche Mission R desde dentro. Cualquiera pensaría que es un prototipo digital que solo existe en ese otro mundo paralelo llamado metaverso, pero no. Es un Porsche de verdad, una maravilla tecnológica que he podido conducir y sentir como solo se puede vivir en el mundo real.
Vivimos deprisa. Todo va rápido. Cada vez más. Tenemos acceso a toda la información. Quizá nos bombardean con numerosos impactos. ¡Mira lo que ha pasado!, ¿Has visto lo que es tendencia en Twitter? La digitalización expande más, si cabe, el acceso a la información y democratiza la bidireccionalidad de esos mensajes, la interacción. Asumida esa bidireccionalidad me cuesta trasladarla al trato humano, a lo tangible, sobre todo cuando estoy leyendo un artículo sobre las posibilidades de negocio del metaverso. Pero, ¿y la experiencia? Tenemos todo, sabemos de todo. Hasta conducimos desde casa superdeportivos compitiendo en línea con otros gamers a ver quién es el más rápido en tal o cual trazado.
Abro los ojos y me doy cuenta de que estoy en un avión, volando hacia Los Ángeles. Así, entre nosotros y sin que se entere nadie, voy a crear una petición en change.org para que no se ponga nunca jamás el wifi o el uso de datos en un vuelo intercontinental. Es uno de los pocos momentos en los que el tiempo pasa, ya no sé si despacio o deprisa. Solo lo notas, lo disfrutas. Se trata de parar. De vivir aquello que sueñas, si el propio tiempo te lo permite. Y de sentir el gusanillo en el traslado desde el hotel del downtown de Los Ángeles hasta el Porsche Experience Center de Carlson, también situado en California.
Ese gusanillo se hace notar porque estoy a punto de vivir una experiencia única: probar el Porsche Mission R, un prototipo del que existe una unidad y que anticipa el futuro eléctrico de las carreras, cliente de la marca alemana, y la tecnología que llevarán los 718 Cayman y Boxster a pilas. Es un Porsche eléctrico que toma la base de los GT de gasolina entre los que destaca el Porsche 911 GT3 Cup, a cuyas prestaciones pretende acercarse.
El Mission R da hasta 800 kW (1.088 CV) de potencia en clasificación, mientras que en carrera, el mapa motor alcanza un máximo de 500 kW (688 CV), con una velocidad punta que supera los 300 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 2,5 segundos. La capacidad de la batería en esta fase de desarrollo aguanta una carrera de 25 minutos, aunque el objetivo es una de 40 minutos. La batería de 900 voltios se puede cargar del 5 al 80% en 15 minutos en punto ultrarrápido y la capacidad de recuperación alcanza los 800 kW. Tras memorizar estos números en el traslado, al llegar al Porsche Experience Center me dan un pequeño briefing: ojo si el cuadro de instrumentos se convierte en una luz roja. Eso significa que hay problemas con la batería y, como vas rodeado de 900 voltios, mejor parar el coche inmediatamente y, cuando el ingeniero te diga, salir del coche. Esta sería una experiencia que no me gustaría vivir.
Empieza la emoción
Confieso que cuando estoy poniéndome el mono siento mariposas en el estómago: voy a probar un Porsche histórico y, de momento, único. Estoy ante algo nuevo y debo mantenerme en lo negro y no hacer cacharritos con esta joya tecnológica. Hasta me sudan las manos cuando me pongo los guantes, pero Lars Kern, el piloto récord de Porsche, me explica cómo he de conducir. Me subo al coche y desde el lado opuesto a mí, un técnico de Porsche lo enciende. Pisa el freno y pone en el volante Modo 1. El volante es de competición, con un sinfín de botones y ruletas: «Tú solo tienes que tocar el del modo de conducción. Ninguno más».
«Mission R es mucho más que un fantástico deportivo eléctrico»
Félix García
Nos ponemos en marcha. Delante llevo una liebre con un 911 Turbo. Cual cordero degollado le sigo detrás la primera vuelta tratando de recordar los consejos de Lars para cada curva y trato de calentar los slicks como si fuera un verdadero piloto. Al iniciar la segunda vuelta me olvido de que conduzco un prototipo único y trato de empujar a la liebre para que vaya más deprisa. El modo de conducción 1 capa la potencia del vehículo y la velocidad punta hasta 130 km/h. Así que a la mitad de las dos minirrectas de la pista llego al corte. Mejor para mantenernos en lo negro.
En la tercera vuelta me siento cómodo. Acelerar, frenar y dirección. Sencillo. Cuesta adaptarte al freno porque hay que pillarle el tranquillo a la capacidad de regeneración. La maravilla son los slicks que transmiten una sensación de agarre al volante brutal, lo que me ofrece confianza para dar rienda suelta al pie derecho. Hasta que, en la frenada de la última curva, sin querer toco la rueda del ABS del volante y bloqueo haciendo unos bonitos planos en las ruedas delanteras. Afortunadamente, sujeto el Mission R, me doy cuenta de la que he liado, coloco el botón del ABS en su posición normal y seguimos. Y lo he hecho en un santiamén, con toda la tranquilidad del mundo y sin que nadie me dijera qué hacer. Es lo bueno de disfrutar del tiempo.
Seguimos. Sorprende el balance del coche. Es perfecto en las chicanes cuando realizas cambios de dirección bruscos. Aquí la batería no se sitúa en el suelo como ocurre en el Porsche Taycan sino detrás de la posición de conducción, en el mismo sitio donde se sitúa el motor boxer de los 718 Cayman. Lo bueno es que el coche pesa 1.500 kilos, lo que da una agilidad terrible gracias al uso de fibra de carbono y de plástico reforzado por doquier. El comportamiento dinámico es fantástico hasta el punto de que, si no fuera por el sonido del motor que parece como un insecto enorme y ficticio, se te olvida que estás conduciendo un prototipo eléctrico.
El sting como dirían los expertos, al final, se me hace corto. Esbozo una sonrisa al bajar del coche y digo en muy americano «got it». Esto es mucho más que un fantástico deportivo eléctrico, les digo a los ingenieros, tiene el ADN de competición de Porsche. Y agradezco la oportunidad de vivir una experiencia real, no en el metaverso, sobre cómo Porsche trata de que sus clientes sigan viviendo experiencias deportivas de alto voltaje, pero con cero emisiones. Siempre que esos voltios no descarguen sobre tu cuerpo las chispas que te despierten del sueño. En este caso hecho realidad para un tipo, el que os escribe, que hace más de cuarenta años conducía de pie un tractor, teniendo que pisar el embrague con los dos pies por su escasa fuerza. La transformación eléctrica de Porsche va rápida, al mismo tiempo que deja vivencias que perdurarán durante mucho tiempo. Mission requetecumplida.
Datos de consumo
911 GT3
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13.0 – 12.9 l/100 km
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294 – 293 g/km
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G Class
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G Class
911 Turbo
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12.3 – 12.0 l/100 km
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279 – 271 g/km
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G Class
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G Class
Modelos 718 Boxster
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12.7 – 8.9 l/100 km
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288 – 201 g/km
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G Class
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G Class
Modelos 718 Cayman
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13.0 – 8.9 l/100 km
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295 – 201 g/km
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G Class
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G Class
Taycan Turbo GT con paquete Weissach
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21.3 – 20.6 kWh/100 km
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0 g/km
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A Class