Alegría. Amor. Felicidad.

Emoción. Nervios. Muestras de afecto. Breves e intensas. En ocasiones agradables, otras no tanto. Conscientes o inconscientes. Alegría. Miedo. Amor. Felicidad. Tristeza. ¿Son las emociones sentimientos? No se sabe con certeza. Según la ciencia, pertenecen al ámbito de lo hipotético. La controversia está servida y llena las bibliotecas. Para Porsche es… buena pregunta: ¿qué es para Porsche la emoción?

Josef Arweck

Josef Arweck

Editor

Nosotros lo tenemos claro, y no estamos solos. Victorias, tradición, innovación, potencia, diversidad, diseño, funcionalidad, sostenibilidad. Un poco de todo o, mejor aún, todo a la vez. Porsche: más deseo que realidad, más amor que envidia, más libertad que estatus social. Es mito, emoción pura. A los más pequeños se les nota a la legua qué sucede en su interior cuando acarician, absortos, un 911: cómo se les dilatan las pupilas, cómo les cambia la voz y la postura corporal, cómo aumenta en ellos el nivel de expectación. Parece que hasta oyeras su corazón latir más rápido. Más adelante, ya adultos, a la hora de comprar un Porsche se basarán entre un 70% y un 90% en factores puramente emocionales para tomar una decisión.

Las marcas auténticas crean el espacio para la reacción emocional. «No son meros cálculos mecánicos lo que lleva a una marca a lograr un buen producto, sino la capacidad de empatizar adquirida mediante autoeducación». «Una idea creativa». Así lo describió Hans Domizlaff, el creador de la técnica de marcas, allá por 1937. La misma época en la que la sociedad comanditaria «Dr. Ing. h.c. F. Porsche GmbH, Construcción y Asesoramiento para la Fabricación de Motores y Vehículos» de Ferdinand Porsche se mudaba a Zuffenhausen tras haber pasado sus seis primeros años de vida en la calle Kronenstrasse 24 de Stuttgart.

En el futuro los vehículos circularán sin conductor y su conducción será muy distinta. Quizá ni siquiera tengan dueño. ¿Se evaporará con ello el poder de fascinación de un coche, de un deportivo? En el terreno de la movilidad, ¿es la racionalidad incompatible con las emociones? En absoluto, afirma el director de diseño de Porsche, Michael Mauer. Según él, los diseñadores ni siquiera son diseñadores. Él es el «jefe de las emociones», afirma. ¿Por qué? Porque hay tres cosas que jamás perderán su valor: la belleza de un diseño, la innovación y, «quizá lo más importante, la emoción».

La actual edición de Christophorus vuelve a ser un reencuentro con las emociones Porsche. Un homenaje a los éxitos obtenidos en el deporte de motor de los últimos años, con sus penas –silenciosas– y sus alegrías –desbordantes–. El culto al 928, o simplemente el puro placer de conducir por el Paso Stelvio. Incluso parece que se escuchan los gritos de alegría de unos niños a bordo de un 550 Spyder construido a escala y solo para ellos a modo de promesa para el futuro.

Venga de donde venga, vaya a donde vaya, nuestro Christophorus le acompaña.