El regalo del rey

De diseñador de productos a conde de Pembroke: William Herbert es el señor de Wilton House. 

   

La vida del británico William Herbert cambió por completo a los 26 años. Le llegó el momento de asumir su herencia y regresar adonde había crecido, es decir, a Wilton House, en el condado inglés de Wiltshire. La propiedad de 5700 hectáreas lleva unos 500 años en manos de la familia. William Herbert, diseñador de productos de Londres, se convirtió en The Right Honourable William Herbert, 18.º conde de Pembroke y 15.º conde de Montgomery. Asumió así la responsabilidad sobre la finca, 14 empresas agrícolas y 200 bienes inmuebles. Continuar con la tradición centenaria de Wilton House es una tarea muy exigente, pero también una cuestión de honor.

Set de rodaje:

Set de rodaje:

en esta sala han actuado estrellas de fama mundial. En Wilton House se rodaron escenas de Orgullo y prejuicio, The Crown y Tomb Raider, entre otras.

«Trabajaba en Conran and Partners. Era el trabajo de mis sueños, ya que Sir Terence Conran es uno de los iconos del diseño británico», explica Herbert. Entonces su padre murió de cáncer y él se convirtió en el nuevo señor de Wilton House. «En realidad me faltaba la formación necesaria para ello», reconoce. «Pero mi familia y los administradores de Wilton me ayudaron mucho». Actualmente, a sus 44 años, vive con su mujer, sus cuatro hijos y su mascota —un perro salchicha— en la propiedad, para cuya conservación también ha reorientado su faceta profesional. Recientemente ha obtenido un máster en agricultura por la Royal Agricultural University. Un paso importante, ya que la conservación de grandes fincas se ha revelado como un gran desafío para las familias nobles. Muchos tuvieron que venderlas debido a que los costes del mantenimiento se hacían inasumibles. Para el conde de Pembroke, la diversificación es la clave del éxito.

Cuando ciertos ámbitos no marchaban especialmente bien, entraban en juego otros. Además de la agricultura, la silvicultura y el turismo, los rodajes cinematográficos se han convertido en una importante fuente de ingresos. Las dependencias ya se han usado como escenario en producciones de fama mundial como The Crown o Bridgerton. No obstante, la trascendencia histórica de la mansión también conlleva la restauración de los amplios jardines y las majestuosas salas. No es una empresa sencilla: las tallas doradas, los adornos y los frescos del techo requieren la experiencia de artesanos e historiadores versados. «El trabajo no se acaba nunca», ríe el señor de la mansión. «Llevamos 13 años restaurando de forma ininterrumpida. Siempre hay un andamio en alguna parte».

Mientras devuelve a la propiedad su antiguo esplendor, al conde no le queda mucho tiempo libre para dedicarse a su pasión: los coches le entusiasmaron desde siempre, ya fuera coleccionando maquetas de niño o, más tarde, cuando siendo adolescente aprendió a conducir por los terrenos de la finca en deportivos abollados.

El legado:

El legado:

En 1544, el rey de Inglaterra Enrique VIII le regaló Wilton House al primer conde de Pembroke. Sus descendientes siguen allí casi quinientos años después, y William Herbert continúa las tradiciones de sus antepasados en la 18.ª generación.

Heredó esta pasión de su bisabuelo Arthur Wignall Tate, que en la década de 1920 no solo conducía su deportivo por carretera, sino también en los circuitos de carreras. Además de la casa principal, el conde actual atesora una colección compuesta por numerosos clásicos y modernos vehículos extravagantes. El 911 GT3 (991) con paquete Touring se convirtió rápidamente en el acompañante diario de Herbert.

«En un coche como el GT3 te sientes en tu propio mundo, te transmite una sensación de libertad», explica. «Pero lo realmente deslumbrante es el motor. Tiene ese toque áspero de los coches de carreras. En carretera se serena, pero al ponerlo a 8000 revoluciones por minuto tiene un rugido maravilloso». Herbert menciona así la disciplina que más le fascina: el automovilismo, sobre todo las carreras de resistencia de marcas europeas. Cada vez pasa más tiempo en el circuito. Y, puesto que el 911 GT3 ha alentado su entusiasmo por los motores de aspiración de seis cilindros, ahora tiene en el punto de mira los Porsche Sprint Challenges. Con la serie para clientes del 718 Cayman GT4, los conductores pueden clasificarse para la Carrera Cup. «Llevo tiempo trabajando en ello. Es un gran reto que estoy decidido a asumir», afirma mientras deja vagar su mirada por la propiedad. En efecto, la inacción es algo inviable para el hombre que tiene a su cargo Wilton House en la 18.ª generación.

Matt Master
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