El número 5006 está vivo
Durante seis décadas se creyó que estaba desaparecido. Hasta una misteriosa llamada. Dos coleccionistas se encontraron con el Porsche 356 de fabricación alemana más antiguo conservado y recuperaron el tesoro en una misión de película.
Cuando la música cobra dramatismo, los planos se suceden cada vez más rápido y la acción se acentúa a un ritmo vertiginoso hasta una situación aparentemente sin salida en la que siempre llega alguien al rescate en el último minuto. Eso es muy típico del cine de acción. ¿Pero qué pasa en la realidad?
Esta es una historia de la vida real. Y algunos de los acontecimientos fueron tan dramáticos que bien podrían llevarse al cine. El protagonista, de 71 años, lleva el nombre de Porsche 356 y es uno de los tesoros automovilísticos del siglo XX. Estuvo a punto de perderse para siempre si no hubiera llegado el rescate en el último suspiro.
Otoño de 2021. Thomas König y Oliver Schmidt, los fundadores del Museo del Automóvil Prototyp de Hamburgo, recorrieron los primeros kilómetros con la nueva adquisición recién restaurada de su colección. Un momento prácticamente solemne. Los dos entusiastas de Porsche habían tenido que esperar casi ocho años. «No me habría podido imaginar nada de esto ni en mis sueños más osados», afirma König, que conduce con extrema prudencia el veterano coche con motor de 40 CV por la carretera rural. Desde el asiento del copiloto, Schmidt añade: «Pensábamos que ya teníamos el Porsche 356 más antiguo de Stuttgart, y entonces nos encontramos con el número 5006 prácticamente a la vuelta de la esquina». El número 5006 es un modelo realmente único, y no solo por su deslumbrante pintura roja metalizada, poco habitual en la época. El número de chasis de cuatro cifras lo acredita como uno de los Porsches más antiguos fabricados en Stuttgart en 1950. Se mantuvo en paradero desconocido durante décadas y se dio por desaparecido.
7 Porsches 356 se fabricaron en Stuttgart hasta finales de mayo de 1950. Algunos de sus elementos característicos son el nombre de la marca aún en letras individuales y el denominado volante «de banjo» de VDM con bocina de pulsador. Las bandejas de chapa bajo los asientos traseros reflejan un trabajo manual, al igual que el reborde del panel ciego en color marfil que ocupa el lugar de una radio.
La historia de su rescate comenzó en enero de 2013, cuando König y Schmidt recibieron una llamada telefónica. El interlocutor preguntó primero si era cierto que el Porsche 356 de producción alemana más antiguo conocido se podía ver en Hamburgo, con el número 5047. Al recibir la respuesta afirmativa, el hombre fue al grano: afirmó que tenía un ejemplar más antiguo, con número de chasis 5006. Y que estaba a la venta.
El Museo del Automóvil Prototyp de Hamburgo mantiene desde hace mucho una colaboración con el Museo Porsche de Stuttgart-Zuffenhausen. Sus dos fundadores han acumulado su colección durante varias décadas. Su principal foco de atención son las construcciones antiguas de Porsche. «Nos emocionamos de inmediato, pero no sin cierto escepticismo», recuerda Schmidt. «Muchas llamadas así terminan en una decepción».
Ese escepticismo desapareció cuando recibieron las primeras fotos. En una de ellas se ve el número de cuatro cifras 5006 grabado en la chapa y en otra una placa de identificación desgastada, también con el 5006, además de restos de pintura roja. El coche parecía estar al aire libre cubierto con una lona improvisada. Había sufrido mucho.
Tras investigar con ayuda del archivo interno de Porsche y especialistas externos, llegaron a la conclusión de que en realidad se les estaba ofreciendo uno de los primeros siete Porsches deportivos fabricados en Stuttgart antes de finales de mayo de 1950. König y Schmidt acordaron con el interlocutor, aún desconocido, encontrarse en un área de descanso en la autopista A-1 entre Hamburgo y Bremen. «El viaje hasta allí fue un tanto surrealista», rememora König, «nos sentíamos un poco como en un programa de cámara oculta. ¿Alguien nos estaba tomando el pelo?»
Pero la oferta parecía seria. Antes de ver el objeto misterioso, redactaron un contrato de compraventa escrito a mano en la propia área de descanso de la autopista. Solo entonces se dirigieron a una parcela cerca de Bremen.
El lugar estaba justo al lado de una carretera rural. Edificios, árboles, arbustos y vallas lo protegían de las miradas indiscretas. Guiados por el propietario, un amable anciano, los dos entusiastas atravesaron un laberinto de cobertizos hasta llegar al sinuoso jardín. Allí había una veintena de coches clásicos desperdigados, algunos tapados con lonas y otros en parte engullidos por la naturaleza. Aquel cementerio de coches particular tenía que desaparecer por una disposición de las autoridades. Ya había contratada una empresa para el desalojo. En medio de aquella jungla, los tres llegaron por fin en actitud devota hasta la joya que los había unido. «Fue magia en estado puro», recuerda König aún hoy con entusiasmo, «el 5006 era como un superviviente de una época remota».
En 1950, Porsche y la fábrica de carrocerías de Stuttgart Reutter & Co. estaban sometidas a una enorme presión de tiempo. El estreno del primer Porsche 356 de Stuttgart se esperaba ya con expectación. Desde el punto de vista financiero, las dos empresas no se podían permitir retrasos. Había escasez de piezas y material, y la fabricación fue prácticamente un puro trabajo manual.
El primer Porsche fabricado en Alemania se finalizó el 6 de abril. Este coupé 356 con número de chasis 5002, bautizado cariñosamente como Windhund («lebrel») por su color gris brillante, siguió siendo propiedad de la empresa. Se usaba para conducciones de prueba y grabaciones publicitarias. Más tarde, quedaría destruido en un accidente. En su día, el número 5001 ya estaba asignado a un descapotable que en realidad se había fabricado después del número 5002. Hoy en día, los números de chasis siguen sin reflejar necesariamente el orden de la producción.
El primer coupé 356 de Stuttgart entregado a un cliente fue para el psiquiatra de Stuttgart Ottomar Domnick, que por entonces tenía 43 años y también era conocido como cineasta y coleccionista de arte. Llevaba el número de chasis 5005. Domnick viajó con él al norte de África y reflejó sus experiencias en el primer número de Christophorus en el año 1952.
El número 5006 se mantuvo en propiedad de Porsche hasta septiembre de 1950, cuando se vendió a un cliente particular de la Selva Negra. En las antiguas fichas de la fábrica solo figura una única referencia a la vida posterior del coche: en 1956 aparece la observación «Motor» en la columna de registros de garantía junto al nombre de un concesionario de Porsche de Bremen. Más tarde se perdió su pista.
Hasta el año 2013. La primera inspección de König y Schmidt reveló que la sustancia estaba asombrosamente bien conservada para lo que se podía esperar de un coche parado durante décadas en aquella parcela. Por suerte, el propietario había guardado la mayoría de los componentes añadidos en seco en un cobertizo y había aplicado a la carrocería una capa gruesa de aceite para conservarla.
Lo primero que revisaron los de Hamburgo fue el número de chasis. Estaba claramente legible. Además, en zonas ocultas encontraron restos más abundantes de la pintura original en rojo metalizado. Otro gran descubrimiento llegó al examinar en profundidad las piezas, cuando comprendieron que se habían conservado incluso fragmentos del motor original. «Por fin habíamos despejado todas nuestras dudas», afirma Oliver Schmidt, «pero aún nos resultaba increíble la suerte que habíamos tenido».
El rescate del coche se reveló como la tarea más difícil en esta excursión al pasado. La antigua carretera de acceso al terreno estaba bloqueada por varios edificios construidos a lo largo de las décadas. No había otro camino para sacarlo, solo una zanja profunda junto a la parcela. Utilizando un histórico camión grúa, el equipo de Prototyp consiguió rescatar por aire la frágil carrocería, que previamente habían reforzado con una subestructura a modo de soporte.
2.500 horas de trabajo como mínimo se dedicaron solo a renovar a fondo la caduca carrocería. El gran objetivo era conservar la mayor parte de la sustancia original que fuera virtualmente posible. Los componentes irrecuperables se sustituyeron con un minucioso trabajo manual.
El renacimiento del 5006 fue extremadamente complejo, puesto que el objetivo era conservar la mayor parte de la sustancia original posible. Por eso se renovó con esmero toda la carrocería. En los puntos donde la herrumbre había sido especialmente implacable hubo que fabricar chapas a mano siguiendo con fidelidad el original histórico. «Precisamente en estos modelos tan antiguos», explica Thomas König, «prácticamente todas las piezas de chapa estaban moldeadas todavía a mano».
Ahora, el Porsche de Stuttgart más antiguo que se conoce y que aún existe tiene su lugar fijo en el museo de Hamburgo. «Para nosotros, el 5006 es la coronación de todo el trabajo que hemos hecho hasta ahora», afirma König. Al mismo tiempo, el coche constituye un destacado hito en la producción inicial de deportivos bajo el nombre de Porsche. Una historia de película con final feliz.
«No me habría podido imaginar esto ni en mis sueños más osados. Fue magia en estado puro.»
Thomas König
El 5006, estrella en la feria
El nuevo Porsche 356 de Stuttgart se presentó por primera vez ante un público más amplio en la feria del motor de Reutlingen en mayo de 1950. La empresa Reutter expuso el coche en el estand del concesionario de automóviles Max Moritz. Al lado, la empresa Lechler publicitaba su pintura especial de Durapon que hacía brillar el coupé con un rojo brillante metalizado que se puede reconocer en una foto del estand de la feria. Se trata de la foto en color más antigua conocida que muestra un Porsche 356, precisamente el coche que 63 años más tarde se redescubriría bajo una lona cerca de Bremen y cuya historia relatamos aquí.
1.086 centímetros cúbicos de cilindrada era la capacidad de los primeros motores bóxer de cuatro cilindros del Porsche 356.
40 CV ofrecían unas prestaciones deportivas favorecidas por un peso relativamente bajo.
770 kilogramos de peso total eran ya por entonces el resultado de una construcción ligera
consistente.