A toda velocidad
Nayla Al Khaja es la primera mujer cineasta de los Emiratos Árabes Unidos. Con sus trabajos como directora y productora desafía a su público, pero sobre todo a sí misma.
Cuando Nayla Al Khaja habla, todo está en movimiento. Cada palabra viene acompañada de miradas y gestos, sus ojos y sus manos se mueven continuamente, puros fuegos de artificio. «¡En tu cabeza todo pasa a 120 kilómetros por hora!», le dijo una vez preocupada su madre hace 20 años, y le prohibió sacarse la licencia de conducir. Pero Nayla la enfrentó a los hechos consumados y un día fue a recoger en coche a sus padres en el aeropuerto de Dubái. El movimiento la ha fascinado desde pequeña, cuenta la cineasta de 43 años, sobre todo las emociones que despiertan en nosotros las imágenes en movimiento.
Para tener dos bebés gemelos, que en este momento están dormitando, Al Khaja tiene un aspecto asombrosamente relajado. Y más teniendo en cuenta que en unos días tiene que entregar el guión de su primer largometraje. Denomina su estado de ánimo actual como «confortable», aunque ella no valore demasiado la comodidad.
Nayla Al Khaja es la primera mujer directora y productora de cine de los Emiratos Árabes Unidos, pero no solo esto: también fue pionera en el desarrollo de la joven industria cinematográfica. Y en este camino ha aprendido que en la zona de confort no hay nada que la estimule o la seduzca. Tanto en las películas como en la vida real, su motor es la confrontación con sus propios miedos.
De este impulso surgió una serie de cortometrajes por los que ha sido galardonada en festivales de cine desde Dubái hasta Italia. Premios que le han supuesto recibir numerosas calificaciones, como la de «visionaria del año» o «top empresaria de Oriente Medio». Narra su historia en grandes escenarios y cautiva al público en salas repletas. En una conferencia TED se quitó de repente los zapatos de tacón para mostrar su estatura real, lo cual la hizo aún más grande.
En 2005 Al Khaja fundó en Dubái su propia empresa D-Seven Motion Pictures. Aunque produce spots publicitarios, sigue fiel a sí misma. Para la campaña televisiva sobre la fiesta nacional creó una secuencia cinematográfica onírica con una niña como protagonista. La joven es transportada en un viaje por el tiempo a través de un país en el desierto que se transforma a tal velocidad que es difícil no quedarse atrás.
En la protagonista hay mucho de la pequeña Nayla, la niña que cuando se lavaba las manos se podía quedar hechizada mirando con qué perfección se comunicaban sus deditos entre sí; que sacaba a sus padres de sus casillas cuando quitaba las cortinas de su cuarto para ponerse a hacer teatro; o que a escondidas se ponía a ver la colección de películas de su padre para sumergirse en mundos «que eran o demasiado brutales o demasiado románticos para una niña de ocho años». Así describe Al Khaja su infancia en Dubái en un hogar cálido pero conservador.
Nayla grabó su primera película en la escuela. Cuando anunció que después del College femenino de Dubái quería estudiar en la universidad, su padre reaccionó primero entusiasmado. Un entusiasmo que desapareció cuando añadió que tenía que ser en un estudio cinematográfico en Toronto.
«Nuestra sociedad se ha transformado muy deprisa. Los mayores apenas han tenido tiempo de acostumbrarse». Nayla Al Khaja
«Mis padres no estaban preparados», nos cuenta. «La industria cinematográfica les parecía sospechosa. Y, ¿una joven musulmana viviendo sola en el extranjero? Imposible. En nuestro país no había ningún modelo al que seguir. No había ninguna mujer que yo pudiera poner como ejemplo». Ahora comprende qué difícil ha sido la situación para la generación anterior. «Nuestra sociedad se ha transformado muy deprisa. Los mayores apenas han tenido tiempo de acostumbrarse». Al Khaja cuenta sin acritud cómo consiguió hacer realidad su sueño: obedeció al ultimátum de su padre y se casó con un amigo que se fue con ella a Toronto. El matrimonio duró poco.
Al principio Canadá le dio miedo, comenta Al Khaja. De repente el mundo había dejado de estar protegido por el hogar familiar. Además de las clases de cine siguió seminarios sobre política. Los proyectos artísticos más atrevidos la escandalizaban. Poco a poco se fue independizando. «Lo primero que aprendí», nos cuenta riéndose, «fue llenar el depósito de gasolina del coche».
No pretende provocar con sus películas, sino incitar al diálogo. Lleva con sutileza y poesía temas de por sí difíciles a la gran pantalla: maltrato de menores, matrimonios concertados y las dificultades cada vez más grandes para tener una cita en el mundo árabe. Su motivo más recurrente es la falta de diálogo entre personas que de hecho se suponen muy cercanas.
Ella misma no se ha puesto las cosas fáciles a la hora de buscar los temas para una industria cinematográfica que justo está surgiendo en su país. Desde el principio siempre ha pretendido hacer mucho más que únicamente crear sus propias obras. Para ella es muy importante el fomento de jóvenes talentos; busca patrocinadores y quiere conseguir un público para los nuevos cineastas. «A menudo organizo grandes eventos con motivo de los estrenos», explica Al Khaja, «para implicar a la población autóctona».
«Mi visión es llegar a producir en los Emiratos películas y series que se vean en todo el mundo». Nayla Al Khaja
Está especialmente orgullosa de haber fundado en 2007 el primer salón del cine en Dubái – y además, con la aprobación del gobierno. El club The Scene muestra a los socios películas independientes en versión original sin censurar. «Fue un verdadero avance para el sector», comenta Al Khaja. Sus propios guiones tratan lo bueno y lo malo de la vida real, respetando su propia cultura. Es así que finalmente la familia acabó aceptando la carrera de su determinada hija.
Sin embargo, lo problemático era su estatus de divorciada. Aunque ya era propietaria de su propia empresa, cuando tenía 29 años sus padres no querían permitir que viajara sola a una conferencia en Suiza. ¿Qué iba a pensar la gente? De madrugada salió de casa sin hacer ruido. Como compensación, antes del vuelo ya estaba enviando cariñosos mensajes a la familia.
«Mis padres siempre han necesitado un poco de tiempo para asumir mis decisiones», dice Al Khaja, «pero al final hacemos las paces». Así también llegaron a acostumbrarse a su actual marido, un suizo que por ella se convirtió al islam.
Hace 10 años la cineasta celebró su independencia económica con la adquisición de un Porsche 911. «Blanco por fuera y un fabuloso rojo por dentro». Se enamoró del vehículo porque unifica fuerza y elegancia. «Mis lados masculino y femenino». ¿Su primera salida por Dubái? «¡Me hizo sentir especial!».
Nayla Al Khaja no se considera una rebelde. «No tengo ningún problema en comportarme o vestirme de forma conservadora, siempre que pueda expresarme en mis películas». Al fin y al cabo hace tiempo que no es responsable solo de lo que ella hace: muchas mujeres –y hombres– están pendientes de sus movimientos. Está encarnando el rol de modelo que le faltó a ella en su juventud. Hasta poco antes del nacimiento de sus gemelos mostraba aspectos de su vida privada a través de YouTube. Lo consideraba como un trabajo de relaciones públicas al servicio del gran objetivo de impulsar la escena del cine en los Emiratos. Pero de hecho prefiere ponerse detrás de la cámara que posar frente a ella.
Entretanto en el país existe un mercado muy activo de producciones televisivas, y a su lado hay cinco directoras más, pero sigue faltando infraestructura para la industria cinematográfica. Empezando con los actores, explica Al Khaja: «Trabajamos siempre con las mismas 20 personas».
La atención que despierta como cineasta femenina es para ella una gran ventaja. Le ayuda a promover sus ideas y sus objetivos. Los medios de comunicación se pelean por conseguir entrevistas y sesiones fotográficas con la «reina del cortometraje», como la llaman. Les cuenta cómo admira a Martin Scorsese por su estilo tan característico de contar historias, o a Clint Eastwood por cómo pasa a un segundo plano cuando dirige a otros actores. Pero sus verdaderos iconos son mujeres cineastas que facilitan a otras mujeres el camino al mundo del cine. «Mi visión es llegar a producir en los Emiratos películas y series que se vean en todo el mundo». Quiere mostrar al público internacional su país en todas sus facetas. De una forma auténtica, humana y lejos de los clichés occidentales. The Shadow es el nombre del largometraje que va a rodar ahora. Un sombrío thriller basado en una historia real de su vecindario. Trata de exorcismo, amor maternal y de una mujer que se enfrenta a sus temores. «¿Quién dice que solo los hombres pueden rodar películas de terror?».
Ya hace tiempo que su familia ha aceptado su afición por el volante: «Entretanto todos insisten en que conduzca yo», cuenta Nayla Al Khaja. Incluso su madre ha dejado de considerar que conduce demasiado deprisa.
SideKICK: #DriveDefinesHer
Porsche Middle East and Africa ha lanzado una campaña bajo el lema «Drive Defines Her» que apoya y celebra a las mujeres con empuje. En un vídeo creado en este contexto Nayla Al Khaja cuenta aspectos de su vida y su carrera profesional con la finalidad de alentar a otras mujeres a tomar las riendas de su propia vida.