Futuro anterior

Cuando el jefe de diseño de Porsche Michael Mauer modela el lenguaje formal para mañana piensa primero en el pasado mañana. Y de allí el camino le devuelve al mañana. Un viaje por los saltos temporales entre la anticipación y el retorno.

   

Hoy

Regreso al futuro
En Porsche se empieza pronosticando a muy largo plazo para, a continuación, volver a un futuro cercano, el mañana. El jefe de diseño Michael Mauer lo llama forecasting y backcasting.

¿En qué piensa el diseñador por la mañana? Piensa en mañana. Solo es un juego de palabras, pero no por ello es menos veraz. La tarea del diseñador es mantener la vista puesta en el futuro más allá del ahora. En principio, siempre. Su esencia depende de ello. Y si analizamos minuciosamente el pensamiento de un diseñador, vemos incluso que no vive realmente en el hoy, sino que va un paso por delante. A ese lapso de tiempo lo podríamos denominar «instante estético». Ante un proyecto, el diseñador debe conocer las formas del pasado y haber analizado cómo funcionan. Pero hay un momento en este proceso en el que su posicionamiento debería ser anticipatorio. Esto se aplica en general para el diseño, pero muy especialmente para los estilistas de la industria automotriz.

Sin embargo, este instante estético, entendido como un marcapasos del presente, no basta para trazar cómo será el Porsche 911 que salga de fábrica dentro de cuatro o cinco años. Entonces, ¿cómo identifica el diseñador lo que serán las formas contemporáneas del mañana?

Se trata menos de un mito que de mecánica. Una fascinación formal en el futuro no viene por la inspiración de las musas, sino por un salto en el tiempo. El psicoanalista estadounidense Stephen Grosz formuló muy acertadamente que «el futuro no es un lugar al que nos dirigimos, sino una idea en nuestra conciencia actual». Así que, para poder representar el mañana, el diseñador debe viajar primero al pasado mañana.

Modelar el futuro

Modelar el futuro

Analizar formas pasadas y estudiar sus efectos forma parte del oficio. Pero para imaginar el mañana es necesario pensar la fantasía del pasado mañana de manera desenfrenada y radical.

Pasado mañana

La mente del diseñador accede al pasado mañana, esa época situada al menos 30 años más allá en el futuro, examinando las posibles evoluciones y reflexionando acerca de cómo estas –llevadas a un concepto extremo– podrían llegar a caracterizar el futuro del futuro. Por ejemplo, hologramas en 3D que permitieran salvar distancias geográficas en un segundo, o megamotores diminutos provistos de una energía ilimitada y gratuita, y una eficiencia de más del 99%.

Para lograr este enorme salto en el tiempo, se utiliza la técnica de la «radicalización de la fantasía». No se puede ser un poco visionario, hay que serlo de manera desenfrenada, absoluta y radical. Doug Chiang, jefe de diseño de Star Wars, aplica este mecanismo a la perfección. Es la única forma en que puede pensar el mundo galáctico de Luke Skywalker.

El acceso al pasado mañana ofrece posibilidades muy versátiles. Desde allí, el diseñador accede a las visiones radicales de un presente futuro. Emergen imágenes, los cambios trascendentales se hacen visibles y los ideales se pueden examinar. Lo que hoy nos parece una realidad inapelable, pasado mañana puede haber desaparecido. Y visitar el pasado mañana también deja huella en el que se embarca en este viaje. Como dice Grosz: viajar en el tiempo transforma al viajero. Este cambio es precisamente el objetivo. Crea nuevas perspectivas al usar las cosas, tanto si se trata de coches, como de teléfonos móviles o de dinero. Enriquecido con este conocimiento adquirido en el pasado mañana, el diseñador emprende el viaje de vuelta: al mañana.

«El futuro no es un lugar al que nos dirigimos, sino una idea en nuestra concienca actual. Algo que creamos y que a la vez nos transforma». Stephen Grosz

Mañana

Consciente de dónde estará la marca Porsche en un futuro lejano, el diseñador se acerca entonces al futuro próximo, al mañana, que ahora le resulta increíblemente familiar. Con el lejano telón de fondo del pasado mañana, se mueve con total seguridad por el mañana.

Para hacer su trabajo y pasar de lo visionario a lo concreto, es decir, para definir la forma precisa que encajará perfectamente en la imagen de la marca y el espíritu evolutivo de la época dentro de cuatro o seis años, el diseñador de Porsche se convierte en algo parecido a un conformista inconformista. Es decir, primero idea una continuación lógica de lo existente, perfecciona lo bello para convertirlo en lo ideal. Pero justo cuando ha creado el más alto grado de perfección visual desde el punto de vista presente, lo rompe, y añade una disonancia que encaja en la composición. Yo lo llamo la «paradoja de Claudia Schiffer».

El arquetipo de belleza casi perfecta estuvo personificado durante años por la modelo de Chanel Claudia Schiffer. Casi se podría decir que era extenuantemente hermosa. Por eso los diseñadores añadimos la contradicción al ideal de perfección. En el caso de Schiffer habría sido quizás una pequeña separación entre los dientes. Porque el carisma surge del contraste, de la suma de perfección y contradicción.

Los buenos diseñadores lo hacen de manera intuitiva. Quizá porque se proyectan hacia el futuro, pero no en línea recta, sino de manera turbulenta.

Visionario Michael Mauer

Nacido en verano, los descapotables le fascinan hasta hoy. Con el Porsche 918 Spyder, ha imprimido un rumbo visual moderno a la marca. Deportivamente disfruta en las montañas, sobre unos esquís o una bicicleta, mentalmente siempre pensando en el futuro.

Michael Mauer
Michael Mauer

Mauer dirige el departamento de diseño de Porsche desde 2004. Desde finales de 2015 es también director de la división de diseño de Volkswagen AG.

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