«Le Mans 1970 supuso un riesgo enorme»

Porsche y Le Mans: un asunto de familia. Por tanto, ¿qué mejor lugar que este antiguo despacho de la Fábrica 1 de Porsche en Zuffenhausen para charlar largo y tendido con Wolfgang Porsche acerca de los recuerdos que alberga de la mítica carrera de 24 horas? Nos reunimos con él ante el escritorio de su padre Ferry.

  


Nada ha cambiado; entrar aquí es como hacer un viaje en el tiempo. Los muebles despiden el aroma de los años cincuenta, la época en que Porsche pasó de ser una pequeña empresa familiar a un fabricante de deportivos de nivel internacional. Los éxitos cosechados en Le Mans fueron fundamentales en esta transformación.

Sobre el forro de cuero verde oscuro que recubre el escritorio reposan algunas fotografías de siete décadas de Le Mans. Wolfgang Porsche las recorre con la mirada y de pronto se le iluminan los ojos al descubrirse en 1956 con 13 años junto a su padre en el muro de boxes. «Claro que me gustaba ir», recuerda. «Pero no podía acudir a todas las citas porque la carrera coincidía con el colegio». Parece que saltarse las clases no estaba justificado ni en la mismísima casa de los Porsche. La familia sí solía en cambio acudir al completo al Gran Premio de Alemania, en el Nürburgring, ya que este se celebraba durante las vacaciones de verano.

1970:

1970:

«Sentí una profunda admiración por nuestros pilotos, que dominaron el 917 en semejantes condiciones».

Las imágenes de Le Mans son para él un viaje en el tiempo, una especie de repaso por las distintas etapas de su vida desde la niñez hasta hoy, con sus 77 años. El adolescente de entonces no es el único que ha cambiado. Desde los años cincuenta han cambiado muchas cosas en el deporte del motor, como atestigua una fotografía de 2017. En ella se puede ver a Wolfgang Porsche en la sala de control. En el siglo XXI nadie se sienta en el muro de boxes sosteniendo cronómetros y tablillas escritas a mano. Hoy, los ingenieros observan en los monitores flujos ingentes de datos que tratan de interpretar para definir la mejor estrategia para la carrera de 24 horas.

Primera victoria general

1970:

1970:

«Mi padre no sabía si reír o llorar. Por un lado, le parecía maravilloso e importantísimo que hubiéramos conseguido nuestra primera victoria general. Pero el esfuerzo y, consiguientemente, el riesgo para nosotros en tanto que empresa relativamente pequeña, eran inmensos en aquel momento. Al final, todo salió bien, sobre todo gracias al compromiso de mi primo, Ferdinand Piëch, ya fallecido, como Jefe de Desarrollo. Mi padre probablemente no se habría arriesgado solo».
«Recuerdo las fuertes lluvias nocturnas. En algunas partes se formaron ríos de agua sobre la pista. Era terriblemente peligroso». Dr. Wolfgang Porsche

Lo único que ha permanecido intacto es esa magia única que destila el clásico entre los clásicos de la resistencia. También Wolfgang Porsche lo ve así: «Para mí, no se trata solo de estar ahí», admite, «sino de apoyar a todo el equipo de Porsche. Sufro con cada retirada y me alegra sobremanera cada éxito».

Teloché

1979:

1979:

«Porsche usó el garaje de Teloché durante décadas. También aquí había algo profundamente familiar. Se forjaron amistades con la gente del pueblo. Siempre se acercaba algún vecino a visitarnos. Hoy eso sería impensable».
«El ambiente en el taller era distendido, al tiempo que muy profesional».

En Le Mans, Porsche ha vivido momentos de gloria y momentos dramáticos, aunque hasta la fecha ningún otro fabricante ha cosechado tantos éxitos en el Sarthe. Las fotografías dan fe de una lealtad sin parangón por una carrera considerada de culto. Desde su primera participación en 1951 con dos Porsche 356 modificados, la firma alemana no se saltó ni una cita. Bien a través de equipos oficiales o de equipos privados de clientes siempre hubo un Porsche participando. No en vano, uno de los sobrenombres de Le Mans es la «sala de estar de Porsche».

1956:

1956:

«Mi padre se emocionaba muchísimo cada vez que acudía a las carreras con el director operativo, Hans Klauser, aquí a la derecha de la foto. Se les notaba que lo disfrutaban al máximo».
La foto muestra a su madre, Dorothea, en una de sus raras visitas a Le Mans en 1970.

En una instantánea de 1970, Wolfgang Porsche distingue a su madre, Dorothea, quien solía mantenerse lejos de los focos, al lado de su padre. Fue el año de la largamente esperada primera victoria general de Porsche, alcanzada por Hans Herrmann y Richard Attwood con el legendario 917 Kurzheck. Un coche y un acontecimiento inolvidables para Wolfgang Porsche. La victoria fue una «experiencia formidable», asegura. «Por primera vez, pudimos demostrar que éramos capaces de derrotar a los grandes. Fue el gran punto de inflexión internacional».

El ADN de Porsche

1981:

1981:

«Con las victorias en Le Mans pudimos demostrar que los turbocompresores eran eficientes y su desarrollo perfectamente madurado, algo muy importante para el éxito de la fabricación en serie». En la foto superior el Porsche 936 de la victoria, pilotado por Jacky Ickx y Derek Bell.
«Las carreras siguen siendo esenciales para Porsche. Forman parte de nuestro ADN».

Durante el siguiente medio siglo sumarían 18 victorias más, demasiadas para repasarlas una por una. Wolfgang Porsche tiene especialmente grabada en la memoria la carrera de 1976. Ese año un Porsche 936 se convirtió en el primer coche con turbocompresor de la historia en ganar Le Mans. Eran los años de la crisis del petróleo y el debate sobre prohibiciones a la conducción tomaba vuelo en varios países, por lo que el triunfo fue especialmente importante. «Pudimos demostrar que los turbocompresores eran eficientes y su desarrollo perfectamente madurado, algo muy importante para el éxito de la fabricación en serie». Aún estaba reciente el lanzamiento al mercado del primer vehículo con turbocompresor producido en serie, el 911 Turbo.

Años setenta y ochenta:

«Una época de locos. Tenía muy buena relación con todos los pilotos. Recuerdo especialmente a Jacky Ickx, Derek Bell, Jochen Mass y, por supuesto, a Hans-Joachim ‹Strietzel› Stuck. Aún hoy, Strietzel sigue siendo un hombre muy polifacético e inspira a todo el mundo con su carácter alegre». En la foto superior Hans Herrmann y Richard Attwood (derecha) en 1970, abajo Bell y Stuck (a la derecha) en 1985.

La estrecha vinculación entre las carreras y la producción en serie continuó cuando en 2014 Porsche regresó con un nuevo equipo oficial a la categoría LMP1 de la carrera de resistencia más dura del mundo. Con tres victorias globales seguidas – en 2015, 2016 y 2017 –, Porsche siguió haciendo historia en Le Mans: el Porsche 919 Hybrid permitió adquirir valiosos conocimientos para el desarrollo de vehículos híbridos en serie y el primer Porsche totalmente eléctrico, el Taycan.

1986:

1986:

los artífices de la victoria general Bell, Stuck y Al Holbert, Porsche 962 C.
1982:

1982:

Helmuth Bott, Wolfgang Porsche y Mass (de izq. a dcha.)

Wolfgang Porsche también estuvo al pie del cañón sufriendo con el equipo en boxes. «Las carreras siguen siendo esenciales para nuestra marca. Forman parte de nuestro ADN», explica el Presidente del Consejo de Administración. «En mi función me gusta enarbolar esa bandera y lo reconozco abiertamente».

1981:

1981:

«Para mí, no se trata de estar ahí, sino de apoyar a todo el equipo de Porsche. Sufro con cada retirada y me ilusiono con cada éxito».

También vivió en primera persona la dramática fase final de la carrera de 2016, junto al resto del equipo. Toyota parecía tener asegurada la victoria, pero fue literalmente devorada por Porsche en los últimos metros.

2016:

«La fase final fue apoteósica. El Toyota que iba líder se salió cuando estaba a punto de cruzar la línea de meta y entrar en la última vuelta. Con ello quedó fuera de la clasificación. Así que nos hicimos con la victoria por la mínima, en el último suspiro. Entré corriendo en el box de Toyota y felicité al equipo por su gran actuación. Quería demostrar que nunca se puede perder el respeto por el rival. En el deporte, el juego limpio es fundamental».

2018:

«En las 24 Horas puede pasar cualquier cosa. Razón de más para admirar a los pilotos y a los responsables, la calma con la que hacen su trabajo en situaciones límite. Pero después me digo a mí mismo que hay que verlo con profesionalidad. El equipo debe estar lo mejor preparado posible para los imprevistos, y los líderes de equipo necesitan calma pero capacidad de decisión».

En 2017, Wolfgang y el equipo vivieron una montaña rusa de emociones como solo la carrera de las 24 horas puede provocar. El cambio del motor eléctrico del eje delantero del 919 Hybrid, que participaba con el número 2, se demoró más de una hora. «Parecía que estuvieran desmontando el coche entero y volviéndolo a montar», rememora. Tras la quinta hora de la carrera, con una distancia aparentemente insalvable, dio comienzo una increíble persecución a mano de los pilotos Earl Bamber, Timo Bernhard y Brendon Hartley. «Pocas horas antes del final de la carrera, nuestro número 1, que iba situado en cabeza, tuvo que abandonar, seguido por los dos Toyota», explica Wolfgang Porsche.

«En las 24 Horas puede pasar cualquier cosa».

Confiesa que, como tantas otras veces, sintió lástima por el rival, al mismo tiempo que una inmensa alegría por la victoria de los tres perseguidores, que en algún momento había parecido imposible. «No rendirse nunca es uno de los lemas de Porsche. La carrera no termina hasta que se cruza la línea de meta». Resistir, resistir y resistir para estar ahí cuando llegue el momento decisivo. Siempre que su agenda se lo permite, Wolfgang Porsche está ahí también tras el final de la era LMP1. «Sigo con emoción el rendimiento de nuestros GT», comenta. «Es muy importante para mí, pues al fin y al cabo también los conducen nuestros clientes. Y nuestros clientes son lo más importante para nosotros». Le Mans es un asunto de familia, y todos los clientes de Porsche forman parte de ella.

«Le Mans es familia».
Thomas Ammann
Thomas Ammann