El futuro como presente
Doug Chiang, vicepresidente y jefe de diseño del universo Star Wars, usa los trayectos al volante con su Porsche Boxster S como fuente de inspiración para crear nuevos mundos galácticos. Una nave espacial Porsche surcará pronto el espacio. Visitamos el templo sagrado de la fábrica de sueños de Lucasfilm en San Francisco.
Incluso cuando la espesa niebla hace desaparecer el Golden Gate, el trayecto a San Francisco es una fuente de placer creativo para Doug Chiang. Al alba, se sienta al volante de su Porsche Boxster S plateado (modelo de 2005) para conducir hasta su estudio en Lucasfilm. «Cuando hace buen tiempo, abro el techo y dejo que el viento me acaricie la nariz», dice el diseñador, de 58 años. «El sonido del coche y el contacto directo con el asfalto nunca dejan de inspirarme. Noto la fuerza y la elegancia. Es una sensación que fluye hacia mi trabajo, por ejemplo, cuando diseño nuevas naves espaciales».
Chiang llega a las 6.30 a su despacho, que parece más bien el taller de un artista y donde pasará las siguientes 12 horas. Junto con su reducido equipo, se dedica a inventar criaturas míticas, robots y sistemas planetarios para la saga de La guerra de las galaxias. Se trata de los decorados, personajes y artefactos voladores que han fascinado a millones de personas de todo el mundo durante décadas. Como jefe del departamento de arte de la filial de Disney Lucasfilm, Chiang es responsable de todos los elementos que aparecen en el vasto universo Star Wars. Desde las películas y series de televisión hasta los juegos de ordenador y los parques temáticos nuevos.
El mundo fantástico ideado por George Lucas ha vivido una rapidísima expansión desde su creación en el año 1977. Sin embargo, Chiang se ha mantenido fiel a sus principios como diseñador: «Un buen diseño no se crea de la nada. Siempre se empieza investigando en el mundo real. Cualquier detalle, por insignificante que parezca, puede ser interesante», explica en su despacho, presidido por dos grandes escritorios. En uno de ellos, Chiang esboza sus ideas con rotuladores, que después escanea y perfecciona en el otro escritorio, donde tiene una tableta gráfica de gran tamaño con tres monitores conectados a ella.
«Recopilo constantemente detalles e imágenes que me voy encontrando: farolas, paisajes, criaturas microscópicas, juegos de luces y sombras. Son contenidos a los que recurro en todo momento». Estos objetos inspiradores incluyen bisagras de puertas de armarios europeos que Chiang encontró por causalidad en un catálogo. Quedó fascinado por su mecanismo y se hizo con una colección completa. Años más tarde, esas bisagras le sirvieron para diseñar los trenes de aterrizaje de sus naves espaciales.
«Un buen diseño no se crea de la nada. Siempre se empieza investigando en el mundo real». Doug Chiang
Chiang describe así su filosofía creativa: «Empiezo con una silueta, una especie de logotipo que sea fácil de reconocer. En el cine aplicamos la regla de los tres segundos: el espectador debe ser capaz de entender rápidamente qué es lo que está viendo. No hay tiempo para explicaciones. Cada diseño requiere su personalidad. Incluso un mundo nuevo o una nave espacial deben transmitir de forma instintiva si son de los buenos o de los malos».
Chiang debe este claro esquema mental a su mentor y antiguo jefe, George Lucas. A principios de los años noventa, Lucas ofreció a Chiang un trabajo como diseñador poco antes de rodarse la segunda trilogía de los nueve episodios que componen la saga de La guerra de las galaxias. Fue la realización del mayor deseo de Chiang. El diseñador taiwanés había soñado con esta oportunidad desde su infancia. «Crear robots y seres imaginarios siempre había sido mi pasión». De niño, en Taiwán, garabateaba sus ideas en el polvo de la calle con un palo. Más tarde, durante su adolescencia en Michigan, se encerraba en su habitación y creaba mundos fantásticos sobre papel.
A los 15 años, Chiang tuvo una revelación cuando fue al cine a ver la primera película de La guerra de las galaxias. Al año siguiente vio un documental sobre el trabajo de los cineastas que rodean a George Lucas. «Estas experiencias me cambiaron la vida. Me di cuenta por primera vez de que lo que hacía en casa podía ser una profesión», recuerda Chiang esbozando una sonrisa. «Tenía que encontrar la manera de llegar hasta George Lucas». El joven soñador se hizo con todos los libros sobre técnicas cinematográficas que encontró en la librería local y produjo sus primeros vídeos stop motion, películas animadas en las que las figuras aprenden a caminar modificando su postura fotograma a fotograma.
Con 20 años Chiang se mudó a Los Ángeles y se matriculó en la Facultad de Cine de la Universidad de California. Empezó a adquirir experiencia profesional como director de films publicitarios para la televisión hasta que, en 1989, su sueño se hizo realidad. La empresa de efectos especiales de George Lucas Industrial Light & Magic (ILM) buscaba trabajadores autónomos para un pequeño proyecto. Chiang se la jugó, tomó los bártulos y emprendió la ruta hacia el norte en su Kawasaki 600, con destino a San Francisco.
Consiguió el trabajo, pero quedó doblemente sorprendido. «Primero, porque me intimidó el altísimo nivel al que se trabajaba allí y lo mucho que me quedaba por aprender. Y segundo, porque me dijeron que Lucas no quería producir más películas de La guerra de las galaxias. Mi sueño pareció truncarse el primer día de trabajo».
El joven empleado de ILM decidió trabajar en sí mismo cada tarde y los fines de semana durante un año para ser mejor diseñador. A mano y con ordenador, diseñaba vestuarios, criaturas y vehículos, y aprendió por su cuenta técnicas como la pintura y la representación gráfica. Cuando fue nombrado director creativo de efectos visuales de ILM en 1993, Chiang ya disponía de un extenso portafolio, totalmente privado, de fantásticas ideas espaciales. Y también había ganado un Óscar por los efectos visuales de la película La muerte os sienta tan bien.
Como una recompensa por la pasión y dedicación de Chiang, George Lucas anunció en 1994 que sí habría más películas de La guerra de las galaxias. El diseñador se armó de valor y creatividad y presentó su portafolio de manera anónima. Lucas quedó convencido al momento y ambos se entendieron a la perfección. En 1995, el creador de la saga nombró a Chiang director artístico de toda la empresa Lucasfilm, con lo cual se convirtió en director artístico de La guerra de las galaxias. Estaba a años luz de aquel jovencito que pintaba naves espaciales en el polvo con un palo, pero no había perdido ni un ápice de su entusiasmo.
Lucas y Chiang se pusieron manos a la obra para definir la cronología y el lenguaje visual de la nueva trilogía de Star Wars, donde se explicarían los antecedentes de Darth Vader y los compañeros de fatigas de Luke Skywalker. Una mirada atrás en el futuro. Los episodios I a III se estrenaron entre 1999 y 2005.
Altos vuelos: Doug Chiang se lo jugó todo para encontrar su sitio en el universo Star Wars. Ser el diseñador jefe de la saga es para él un sueño hecho realidad.
Lucas, que actualmente tiene 75 años, vive cerca de la casa de Chiang, en el condado de Marin, al norte de San Francisco. «Aunque George se haya retirado del negocio activo, sigue siendo el mejor consejero que se pueda imaginar», dice el diseñador. «Siempre me ayuda cuando tengo alguna duda. Al fin y al cabo, es su universo. Nadie lo conoce mejor que él». Ocurre lo mismo con The Mandalorian, la nueva serie de Star Wars, cuya segunda trilogía se ha rodado a principios de 2020. Por otro lado, Chiang asesorará a la leyenda viva del cine en la creación de su Museo de Arte Narrativo en Los Ángeles.
Chiang es padre de tres hijos, de los cuales el mayor ya ha acabado los estudios universitarios y el más joven está en secundaria. Con tantos compromisos en tantas galaxias distintas, apenas le queda tiempo para desconectar. «Dirigir un estudio de diseño global que no descansa ni un segundo es agotador», confiesa Chiang. «Los fines de semana intento cargar las pilas. Practico yoga con regularidad, paseo por la playa o salgo en bicicleta por la montaña. El contacto con la naturaleza es muy importante si quieres mantener tu nivel de creatividad. Esto también lo aprendí de George Lucas cuando trabajé con él en su Rancho Skywalker».
Chiang también ha visto cumplido otro deseo de la infancia: unir el mundo de los coches deportivos y el de las naves espaciales. «Ya de niño soñaba con conducir un Porsche. Cuando acabó el rodaje de Star Wars: Episodio I me regalé mi primer Boxster». Como no podía ser de otra manera, se entusiasmó con la idea de diseñar una nave espacial en colaboración con el equipo del diseñador jefe de Porsche Michael Mauer. Después de 50 días vertiginosos con tres reuniones en Weissach y San Francisco, así como numerosas videoconferencias, a finales de diciembre de 2019 se presentó el Tri-Wing S-91x Pegasus Starfighter, que aterrizó puntualmente para el estreno del último episodio de la saga de Star Wars, El ascenso de Skywalker.
«La nave espacial tiene el ADN de Porsche y de La guerra de las galaxias. Podría existir en ambos universos». Doug Chiang
«Tenemos filosofías de diseño muy parecidas», asegura Doug Chiang refiriéndose a la colaboración entre Porsche y Lucasfilm, «aunque trabajemos en universos muy distintos». Se ríe. «En las películas no tengo que preocuparme por el tamaño del motor o del depósito. No tenemos que cumplir ninguna norma de seguridad y nuestras naves espaciales no tienen que funcionar de forma fiable día tras día», explica Chiang para describir las condiciones marco del proyecto. «Pero en lo tocante al diseño, tanto en Porsche como en La guerra de las galaxias tenemos las mismas normas». Se trata de proporciones. «Silueta, estética y detalles deben hacer que la esencia de la marca sea reconocible a primera vista». Por ejemplo, el estrechamiento de la cabina del S-91X hacia la parte trasera y la topografía, empezando por la cabina y acabando por las turbinas, se inspiran claramente en el diseño del Porsche 911 y el Porsche Taycan.
«La nave espacial tiene el ADN de Porsche y de La guerra de las galaxias. Podría existir en ambos universos si dispusiéramos de las tecnologías adecuadas», asegura Chiang bromeando con el Porsche de las galaxias. Según el jefe creativo de Lucasfilm, la astronave aparecerá en una de las próximas producciones de Star Wars. «Nuestra colaboración ha dado lugar a un diseño potente. Solo tenemos que ver en cuál de las futuras historias puede encajar mejor». Doug Chiang podría hallar la respuesta mañana mismo, durante su paseo diario por el Golden Gate rumbo a Lucasfilm, rumbo al futuro.
SideKICK: Museo de Arte Narrativo
George Lucas nombró a Doug Chiang director artístico de Lucasfilm en 1995. Lo primero que hicieron fue desarrollar los episodios I a III de La guerra de las galaxias, que se estrenaron entre 1999 y 2005. Actualmente, Lucas ya no participa activamente en el negocio del cine. El proyecto que ambos tienen ahora entre manos se llama Museo de Arte Narrativo.