De visita en Épernay

¿Qué es lo que distingue a un champán de primera?
Una excursión a Moët & Chandon.

  

Porsche Panamera 4 E-Hybrid Sport Turismo
Consumo de combustible combinado: 2,9–2,8 l/100 km
Consumo de corriente combinado: 16,2–16,1 kWh/100 km
Emisiones de CO2 combinado: 66–64 g/km
Clase de eficiencia: A+ (actualisation 11/2019)


El Marne fluye apacible a través del intenso verdor del valle. La carretera serpentea por viñedos esmeradamente cuidados. Las casas de piedra de estos plácidos pueblos exhalan historia. Ya solo quedan unos pocos kilómetros para Épernay. Con el Porsche Panamera 4 E-Hybrid Sport Turismo llegamos a la principal arteria de esta ciudad de 23.000 habitantes del noreste de Francia: la Avenue de Champagne. Aquí se alzan las famosas casas champaneras, como Heidsieck o Perrier-Jouët. Las imponentes edificaciones de piedra clara al principio de la avenida pertenecen a la casa Moët & Chandon, fundada por Claude Moët en 1743.

Objetivo conseguido:

Objetivo conseguido:

en Épernay se encuentran los principales productores de champán.

La fresca bodega de piedra caliza huele a humedad. A izquierda y derecha del pasillo se almacenan innumerables botellas en repisas. Aquí, a bastante profundidad bajo el suelo, culmina el proceso para obtener un espumoso perfecto. Sobre todo, el famoso proceso de la segunda fermentación, determinante para el carácter del champán: un vino afrutado, con estructura y con burbujas, ese refrescante y sensual elemento que confiere al champán su particular ligereza.

Ya poco después de haber fundado su empresa, la familia Moët empezó a suministrar a los ricos y poderosos de la época incluso más allá de las fronteras francesas. En 1762 exportaron las primeras botellas a Rusia, más tarde seguirían los Estados Unidos y, ya en el siglo XIX, Brasil y China. Actualmente Moët & Chandon representa lujo y placer a nivel mundial. Un símbolo inmortalizado en películas de Hollywood como Pretty Woman o El gran Gatsby o en canciones pop desde el rap de Snoop Dogg hasta el rock de Queen. El icono del tenis Roger Federer es embajador oficial de la casa y en la Fórmula E la obligatoria ducha de champán con la que se agasaja a los campeones procede de botellas de gran tamaño de la marca Moët & Chandon.

Las bodegas se extienden a lo largo de 30 kilómetros.
Aquí se almacenan hasta 100 millones de botellas.

Sus champanes de añada más caros, el más antiguo de 1882, cuestan más de 10.000 euros.

Aunque la empresa –perteneciente al consorcio francés de lujo LVMH al que también pertenece la marca Dom Pérignon– no publica datos concretos, se calcula que cada segundo se abre una botella de Moët & Chandon en algún lugar del mundo, lo que supondría una producción anual de más de 31 millones de botellas. Una cuarta parte de ellas proviene de las 1.200 hectáreas de viñedos propios y el resto se procesa en Épernay a partir de las uvas, mosto o vino suministrados por viticultores seleccionados según estrictos criterios de calidad. Generalmente, en la región de La Champaña se pueden producir entre 8.000 y 10.000 botellas por hectárea.

Benoît Gouez –desde 2005 maestro bodeguero y, por tanto, dueño del sabor– llega con absoluta puntualidad: barba perfecta de tres días, traje oscuro entallado, camisa blanca bien conjuntada con un pañuelo que asoma por el bolsillo de la chaqueta y mirada despierta. Con voz agradable y acostumbrada a hacerse oír afirma: «Nuestro cuvée Impérial es afrutado, generoso y elegante». El 60 por ciento de la producción actual de la bodega se dedica a este champán creado en 1869 para conmemorar el centenario de un ilustre cliente de la época: Napoleón Bonaparte.

Tradición:

Tradición:

Napoleón Bonaparte ya sabía apreciar un Moët & Chandon.
Dueño del sabor:

Dueño del sabor:

el maestro bodeguero Benoît Gouez conoce las particularidades de cada añada.

Moët persigue tradicionalmente un estilo con un marcado carácter fresco, y la tarea del viticultor es mantenerlo constante. Con este fin generalmente se suelen combinar vinos de tres añadas en más de 100 barricas para formar el cuvée. Ahora mismo dominan los vinos de 2016 y a ellos se les añaden, en menor proporción, vinos de 2015 y 2014. El Impérial, por ejemplo, constituye la combinación casi exacta de los tipos de uva del área de cultivo de La Champaña: algo más de un tercio de Pinot noir, una cantidad ligeramente inferior de Pinot Meunier y entre un 25 y un 30 por ciento de Chardonnay. Desprende un fresco aroma floral con un toque a melocotón, la fruta resulta clara, y las finas burbujas y la acidez madura incitan a tomar un segundo sorbo.

«Es un champán que responde al gusto de muchos», afirma Benoît Gouez. Pero en el transcurso de los años, este maestro bodeguero no solo ha sabido desarrollar el Impérial como «éxito de ventas», sino también los exclusivos champanes de añada de la casa. «Nuestro vintage, por ejemplo, me resulta mucho más personal. Se trata de un champán para entendidos que desean descubrir algo nuevo y que saben apreciar una añada especial». En el Grand Vintage de 2012, esta individualidad se traduce en un aroma a piel de lima, albaricoque y un poco de avellana, burbujas ultrafinas y una estructura muy precisa.

A diferencia de lo que ocurre con el Impérial, los vinos base del Grand Vintage proceden principalmente de viñedos Grand Cru, aunque los tipos de uva varían: en el de 2012 domina el Chardonnay con un 41 por ciento, pero esto no constituye ninguna regla fija, según nos explica Gouez. Para conferir al Vintage una delicadeza especial se le deja madurar durante unos seis años con la levadura, mientras que al Impérial solo se le deja durante dos años. «Con toda la complejidad que entraña el Vintage, lo primero es siempre el placer de disfrutarlo», comenta Benoît Gouez con una sonrisa.

SideKICK: Ducha de champán

19 de junio de 1966, 24 Horas de Le Mans. En el podio se encuentra el vencedor de la categoría de 2 litros y primero según el índice de rendimiento energético, el piloto de Porsche Jo Siffert (Suiza). Ha dejado a un lado la botella de 3 litros de champán que le acaban de entregar –un Jeroboam de Moët & Chandon– para escuchar primero los himnos de los vencedores. La elevada temperatura ha generado presión en la botella y como resultado de ello se dispara el corcho y se libera el espumante, «duchando» a todos los que se encuentran cerca. Tras este incidente se permiten tomar el trago obligatorio.

Así es como surgió la tradición de las «duchas de champán» en el deporte del motor, aunque el «prototipo» de la primera ducha activa lo introdujera un año más tarde en ese mismo lugar el ganador Dan Gurney (EE.UU.), cuya primera víctima fue precisamente el piloto de Porsche Jo Siffert. Entre 1966 y 2000, Moët & Chandon fue el suministrador oficial de champán para la Fórmula 1, y desde 2018 tiene la misma función para la Fórmula E.

Christian Arnold
Christian Arnold