Un breve respiro
Es uno de los violinistas más famosos del mundo. Además de su carrera como solista, Daniel Hope es iniciador y director de innumerables proyectos musicales y viaja sin parar alrededor del globo. Durante su gira mundial se concede una breve pausa a bordo de un Porsche Panamera.
Porsche Cayenne
Consumo combinado de combustible: 9,2 – 9,1 l/100 km
Emisiones de CO₂ (combinado): 201 – 207 g/km (Datos de 08/2020)
Ciudad de Los Ángeles. En el Wallis Annenberg Center for the Performing Arts de Beverly Hills, mujeres engalanadas con vestidos de noche se sientan junto a jóvenes con kipa y zapatillas de deporte. Mueven la cabeza al son de Vivaldi como si fuera música rock. En el escenario Daniel Hope conjura con su violín una atronadora tormenta de verano. Este músico de 45 años hace una reinterpretación de una aplaudida pieza barroca con la que hizo realidad lo que muchos músicos anhelan: su álbum For Seasons no solo fue bien recibido por los fans empedernidos de la música clásica, sino también entre la generación más joven.
En el escenario Daniel Hope conjura con su violín una atronadora tormenta de verano.
La mañana del día siguiente. Cita entre eternas palmeras y grandes sueños. Sentado al volante de un Porsche Panamera, Hope disfruta de una breve pausa en su agitada vida. Empieza a charlar. Sobre música. Sobre él mismo. Y sobre todo lo que la música es capaz de conseguir.
En su papel como director musical de la Orquesta de Cámara de Zúrich y el New Century Chamber Orchestra en San Francisco, ejerce de jefe y solista a la vez. Como director artístico de la Iglesia de Nuestra Señora de Dresde, elaborará y organizará ambiciosos programas de conciertos a partir de 2019. Con loable determinación gana solventes patrocinadores del mundo entero para sus proyectos benéficos. Casi 25 álbumes llevan su nombre en el título, se sube a unos 130 escenarios al año, presenta su propio programa de radio semanal, escribe libros y colabora con artículos en periódicos. Y también se le puede ver en la gran pantalla – recientemente por ejemplo en el documental Daniel Hope – El sonido de la vida.
Nacido en la ciudad sudafricana de Durban, el famoso violinista es descendiente de emigrantes judíos que recalaron en Sudáfrica huyendo de los nazis. Su padre, un escritor crítico con el régimen, vivió la dureza del apartheid. Así que, en 1975, Eleanor y Christopher Hope emigraron con sus dos hijos a Londres. Sus raíces germanoirlandesas allanaron el camino al exilio. Su madre encontró un empleo como secretaria y, más adelante, como mánager de Yehudi Menuhin, uno de los violinistas más importantes del siglo XX. Con Menuhin Hope pronto aprendió la fascinación por el violín. A los cuatro años oyó por primera vez la pieza que había de cambiar su vida: Las cuatro estaciones.
Pero aparte de Vivaldi, Beethoven y Mozart, Hope también toca piezas poco convencionales. Su álbum Escape to Paradise, por ejemplo, está dedicado a los compositores judíos exiliados en Estados Unidos que influyeron en la música del Hollywood de los años treinta – para Hope también una expresión de su compromiso político. Igual que la «música olvidada» de compositores que sufrieron el terror del nacionalsocialismo como Erwin Schulhoff, fallecido en el campo de prisioneros bávaro de Wulzburgo, o Hans Krása, cuya famosa ópera infantil Brundibár fue representada repetidas veces mientras estaba internado en el campo de concentración de Theresienstadt. Aparte de ofrecer conciertos en conmemoración de las víctimas del holocausto, lucha contra el racismo cotidiano a través de la campaña «¡Haz algo!». En 2017, su activismo le valió la Cruz del Mérito de la República Federal de Alemania, el más alto reconocimiento concedido a personas que demuestran un compromiso social excepcional.
Daniel Hope
Actualmente reside en Berlín, la ciudad de la que sus abuelos escaparon in extremis huyendo del régimen nazi, un deseo largamente anhelado: «Siempre tuve claro que regresaría algún día. Berlín es una ciudad muy plural y abierta con un sinfín de historias por descubrir». Hope vive allí con su mujer Silvana, una pintora alemana, y su hijo común de cuatro años. «He llegado a donde quería», dice Hope. Y eso que más de 200 días al año está de viaje. Pero apenas muestra signos de cansancio. «Entre proyecto y proyecto procuro pasar todo el tiempo que puedo con mi familia», explica. «Mi familia es mi único hobby».
«Mi familia es mi único hobby». Daniel Hope
A veces, su esposa y su hijo le acompañan en sus giras, como ahora en Estados Unidos. A finales de verano, pasará varias semanas seguidas en casa, en Berlín. Vestido con polo y deportivas ejercerá de marido y padre y llevará a su hijo al zoo. Pero en la vida familiar no todo son ventajas. «Antes de conocer a mi mujer, conducía un Porsche 911 Targa (modelo 997). Lo amaba por encima de todo y me costó mucho deshacerme de él», recuerda Hope con un suspiro. El Targa dio paso a un Cayenne, porque un SUV «es simplemente un coche familiar del más alto nivel», afirma. Pero también el Panamera ha convencido a la estrella. Con mucho espacio para soñar, desconectar y escuchar música. Es decir: perfecto para una pausa rápida.