¡Paradón!
Albert Ostermaier es dramaturgo, portero del equipo nacional de escritores y apasionado propietario de un 911. ¿Por qué le gusta tanto el fútbol y qué importancia tiene el deporte en su vida? Una entrevista bajo los palos.
La primavera en Múnich es idónea para una sesión de fotos en un terreno de juego. Sobre la línea de portería, Albert Otermaier señala por dónde irá el balón: raso y por la derecha, a un palmo de la hierba, a veinte centímetros del poste. “Chuta con todas tus fuerzas”, exige el guardameta al tirador mientras se pone en cuclillas. Después de todo, no puede caer en cámara lenta. Tampoco querría hacerlo, si pudiera. ¿Lanzarse suave y tranquilamente para parar la pelota? ¿Dónde se ha visto?
Ostermaier es escritor, portero de la selección de autores alemanes y propietario de un 911 Carrera Cabriolet del año 1998. A los veinte publicó su primer poemario, al que le han seguido más de una docena, además de tres novelas, cuatro libretos de ópera y 24 obras de teatro. A sus 50 años, este –según los críticos– “provocador del idioma” se atreve en sus textos con los registros y gestos más elevados y es considerado uno de los dramaturgos alemanes contemporáneos más importantes. Sus obras de teatro se han representado en los mejores escenarios. De joven fue al campo de entrenamiento del Bayern de Múnich y el portero Sepp Maier le regaló una camiseta y unos guantes. Desde entonces, es un forofo del equipo bávaro. Por supuesto, también quiso convertirse en un gran guardameta, pero su padre le dijo que lo olvidara y no le dejó apuntarse a un club para entrenar. Por ello, Ostermaier se dedicó al fútbol en su tiempo libre y, al final, ha cumplido su sueño y ahora es el arquero de la selección nacional de autores.
Esta selección, también llamada “Autonama”, es un equipo formado por novelistas, poetas y dramaturgos alemanes. Auspiciados por la fundación cultural de la Federación Alemana de Fútbol, participan esporádicamente desde 2005 en la Writers’ League o en la Wor(l)d Cup de escritores contra otros equipos de artistas y literatos de todo el mundo; deporte, intercambio cultural y hermanamiento internacional, todo en uno. En 2010, la selección llegó a la final del campeonato europeo de autores contra Turquía en Unna. Ostermaier mantuvo la sangre fría en la tanda de penaltis y la “Autonama” se llevó la copa. “Es mejor que ganar el premio Nobel de Literatura”, dijo ante las cámaras rebosante de alegría.
Según Ostermaier, el portero es un ser de contradicciones. Por un lado, tiene que quedarse relegado al área y gritar a los defensas para que no dejen pasar a los delanteros. Y por otro lado, siempre aguarda impaciente la oportunidad de hacer un paradón para lucirse.
Pero cuidado con cometer un error, porque entonces llegan los pitidos y el miedo se apodera de ti: ¿y si no paro el siguiente chute?.
Jugar bajo los palos implica buscar el riesgo de forma controlada. Los guardametas quieren ser los mejores y, por ello, se concentran demasiado y, a veces, llegan a unos niveles de ambición que les hacen competir utilizando todos los medios. En la semifinal del Mundial de 1982, el portero alemán Toni Schumacher arremetió brutalmente con todo el cuerpo contra el francés Patrick Battiston. A consecuencia del choque, el defensa galo quedó K.O., sufrió una lesión vertebral y perdió dos dientes.
Pero los porteros también hacen gala de reflejos increíbles y paradas temerarias, y pueden llegar a salvar un partido. Un guardameta siempre está donde se decide el resultado. En el mejor de los casos, es el muro contra el que se estrellan los atacantes, como un peñasco ante el embate de las olas. Así lo describió Albert Ostermeier en su poema “Oda a Kahn”. Los versos del poeta convierten al ex arquero del Bayern, al que los hinchas contrarios siempre insultaban y le tiraban plátanos, en un personaje mítico. Cuando se lanza al aire, “por un momento / parece detenerse / como si quisiera apartar el sol de un puñetazo”.
Pero la ligereza y la fuerza son fruto del trabajo. Un portero no deja de entrenar, es tozudo y trabajador, y por ello, según Ostermaier, se parece a un escritor: “Para que las frases salgan del subconsciente, hay que liberar las palabras. Esto solo se consigue entrenando el lenguaje, repitiendo, ejercitando”. Por eso es un trabajador disciplinado: se sienta a su mesa a las ocho de la mañana y escribe hasta pasado el mediodía.
El 911 también forma parte de su vida: “Me gusta este coche porque es puro y claro. Cuando me siento al volante, me transformo, me olvido de todo. Las ideas fluyen como si fueran escenas de una road movie. Los poemas tienen sonido, velocidad y ritmo propios. Me gusta estar en movimiento, porque es un estado poético. Cuando conduzco, el motor de la imaginación se conecta con el motor del automóvil”.
El balón sale disparado y Ostermaier salta, se estira y vuela. Quiere pararlo, pero falla por un centímetro y aterriza bruscamente sobre el espeso manto verde del terreno de juego. Sonríe de oreja a oreja y dice: “El próximo, lo paro”. Una vez escribió unas palabras sobre el novelista francés Albert Camus, granador del Nobel de Literatura y guardameta aficionado, que hoy se podría aplicar a sí mismo: “Podemos pensar en Camus como un portero dichoso”.
Sobre Albert Ostermaier
El escritor Albert Ostermaier reside en Múnich y se ha dado a conocer sobre todo por su obra poética y dramatúrgica. Sus obras de teatro han sido puestas en escena por directores de prestigio, como Andrea Breth y Martin Kušej. Su última novela, Lenz im Libanon (Primavera en Líbano) se publicó en 2015 en la editorial Suhrkamp. Ostermaier ha recibido importantes premios y reconocimientos, como el Premio Kleist, el Premio Bertolt Brecht y el premio de literatura del diario alemán Die Welt por toda su obra literaria.
En su relato Die Liebende (La amante), publicado en 2012, se menciona un Porsche 911. Su último trabajo, Die verlone Oper. Ruhrepos (La ópera perdida. Epopeya del Ruhr), se ha estrenado en el Festival de Teatro del Ruhr de Recklinghausen en junio de 2018, en colaboración con el Staatsschauspiel Hannover.
Más información en: www.albert-ostermaier.com