¿Es Porsche una mujer?

No se ha roto el cuello, solo la pierna. Annie Bousquet está hecha de una pasta especial. Desde el hospital, envía un escueto mensaje a Zuffenhausen: «Animada». Acaba de establecer un nuevo récord de velocidad en el autódromo de Montlhéry al volante de su Porsche 550 Spyder y se dispone a batir también la mejor marca por hora cuando, de pronto, a más de 200 kilómetros por hora, explota un neumático. Se salva, una vez más, por los pelos. Sin embargo, un año más tarde, el 30 de junio de 1956, en Reims (Francia) su cuerpo yace sobre un campo de cereales recién segado. Ha fallecido durante la 17a vuelta de la carrera de 12 horas. Esta vez sí que ha sido el cuello.

Gloria y tragedia: siempre tan cerca una de otra, inseparables. Triunfadores y víctimas. Los restos del vehículo siniestrado en Reims justo antes de la curva de Muizon se parecen mucho a lo que quedó del 550 Spyder de James Dean en el cruce de las carreteras 41 y 466, cerca de Cholame (California). Así es como nacen los mitos: el mito Porsche.

Josef Arweck

Josef Arweck

Editor

Hombres como James Dean o Steve McQueen lo mantienen vivo, pero son mujeres como Annie Bousquet las que, desde siempre, mitigan la cegadora luz de las heroicidades patriarcales y encarnan la esencia de Porsche: inquietas, activas, independientes, inadaptadas, rebeldes, inconformistas, imperturbables, distintas… Únicas. 

Porsche y las mujeres. Una relación de 70 años desde los inicios de la marca, y que incluye desde la osada pionera hasta el trofeo en el asiento del copiloto pasando por la declaración de amor inscrita con lápiz de labios rojo en el guardabarros trasero de un Carrera. El automóvil como expresión de autoafirmación, emancipación, liberación. Siempre. Hasta nuestros días. En 1949, Jolanda Tschudi, una joven de la alta sociedad de Zúrich, piloto de planeadores y viajera por África, fue la primera mujer en adquirir un 356 de serie con la carrocería de los hermanos Beutler. 

También fue una mujer quien adquirió el prototipo de Porsche, el 356 «No 1» de 1948: Elisabeth Spielhofer, helvética como Tschudi, actriz y artista. «Un Porsche 911 tiene cuerpo», afirmaba en 1963 Ferdinand Alexander Porsche. «Es una mujer». Ulf Poschardt, que escribe sobre el 911, dice que famosas como la diseñadora Jil Sander o la leyenda del tenis Martina Navrátilová han apreciado «esa promesa de libertad que la voz popular aún solía concebir como algo masculino». Maria Sharapova y Mark Webber, embajadores de la marca Porsche, se reúnen para una cita rápida en un GT2 RS. En China, casi uno de cada tres Porsche va a parar a manos de una mujer, y el 42% de los conductores de 911 son, en realidad, conductoras. Unos números en sintonía con los siguientes datos: en los últimos cuatro años, la cantidad de mujeres que realiza la formación técnico-comercial en Porsche ha aumentado del 6% al 35% y, desde 2012, Porsche ha aumentado su porcentaje de empleadas del 12,8% al 15,5%.

Annie Bousquet, a la que Christophorus ha querido recordar en esta edición, recaló en el automovilismo de competición tras conocer en Sestriere al por entonces ya famoso piloto Alberto Ascari en el bar de un hotel tras un accidente de esquí. Casualidad. Pero una primicia. Sin convenciones sociales. Sin roles de género. Obedeciendo solo al impulso del momento y a lo que está por venir. Como la portada de la primera edición de Christophorus, de 1952. No se trata del reflejo del incipiente milagro económico alemán sobre los escombros del horror pasado, sino de una imagen alejada con naturalidad de cualquier convencionalismo: cielo azul, montañas, un Porsche 356 Coupé mate plateado sobre la nieve y al lado una persona en jersey de rayas atándose la bota de esquí. Contenta, ensimismada, libre. Es una mujer.

Venga de donde venga, vaya a donde vaya, nuestro Christophorus le acompaña.