1:39,359 min.
Mejor tiempo en la sesión de clasificación, pole position. Hasta ahí todo va bien. Sin embargo, Mike Rockenfeller no olvidará nunca lo que sucedió al comenzar la vuelta de calentamiento.
Montecarlo, tercera carrera de la Porsche Supercup, 23 de mayo de 2004. «Estar en la pole position significa estar un paso más cerca de la victoria». Esta afirmación, que podría parecer una perogrullada, en Mónaco es más cierta que en ningún otro sitio, pues no cabe duda que adelantar en las carreteras del principado resulta casi imposible. Mike Rockenfeller lo sabe muy bien, por lo que, a sus 20 años, persigue el mejor tiempo en la sesión de clasificación con un ahínco casi impertinente, y lo consigue. La compenetración entre máquina y humano y la perfecta combinación con que dosifica paciencia y agresividad dan como resultado una vuelta impecable: 1:38,53 minutos, pole position. Hasta ahí todo va bien.
Sin embargo, el piloto alemán nunca olvidará lo que le sucede al inicio de la vuelta de calentamiento. Cuando solo faltan unos minutos para la salida, un cámara abre la puerta del copiloto y se introduce en la cabina del Porsche Cup para grabar de cerca al piloto. Rockenfeller no se altera: «Ya sabía cómo son los reporteros de televisión». La puerta se vuelve a cerrar. En unos instantes se dará la salida. El modelo Cup 996 se arranca con una llave de contacto. El semáforo da la luz verde, Rockenfeller gira la llave y el arranque lo da todo. «Siempre he arrancado el motor lo más tarde posible». Pero esta vez no pasa casi nada, aparte de dos o tres tristes rotaciones del motor. Los coches rivales pasan junto a él. ¡Ante todo hay que mantener la calma! Entonces, como en un relámpago se le ocurre la explicación: en la parte derecha de la cabina hay un interruptor para la bomba de gasolina que pasa casi inadvertido y el cámara debe haberlo tocado sin darse cuenta. Rockenfeller busca este interruptor con la mano derecha mientras que con la izquierda vuelve a girar la llave de contacto. El motor bóxer ruge al instante.
Embrague, primera... ¡y adelante! Rockenfeller consigue ponerse en movimiento justo por delante de los dos últimos rivales. En la vuelta de calentamiento puede volver a adelantar a todos los vehículos que antes le han adelantado a él y recuperar su posición en cabeza. Pero si por delante del Carrera UPS hubiera pasado hasta el último vehículo, el júnior de Porsche habría tenido que colocarse detrás de todo, con lo que ya se habría podido despedir del sueño de ganar.
El resto ya es historia. Tras la auténtica salida, Rockenfeller toma la primera curva en cabeza y acaba alzándose con la victoria en una carrera impecable desde la salida hasta el final, logrando además la vuelta rápida: 1:39,359. «Ganar en Mónaco fue una gozada», dice el que más tarde había de ser ganador de Le Mans y del Campeonato Alemán de Turismos. Solo le queda una pequeña espina: «Los ganadores del fin de semana automovilístico, y por tanto yo también, estaban invitados a una recepción que daba el príncipe Alberto de Mónaco. Solo que yo no tenía ni idea, y cuando el director del equipo por fin me localizó, yo ya estaba de camino a casa».